Me llamo Nomfumaneko. Tengo 15 años. Caí enferma en mayo del año pasado. (mayo de 2004). Me dijeron que debía hacerme la prueba del VIH. Me dio positivo. Sentí un gran pesar en el corazón en cuanto lo supe, pero no lloré. Las enfermeras me dijeron que no tenía que tener miedo y que si tomaba la medicación, me pondría bien.
Por un tiempo me sentí más fuerte, pero ahora no puedo hacer nada. Estoy más debil. Mi hermana me ayuda a lavarme. Mi familia me apoya. Están conmigo cada vez que tomo la medicación. Me siento feliz porque demuestran que me quieren.
Cuando me recupere, quiero volver a la escuela y estudiar para enfermera. Mi sueño es ayudar a otra gente que está muy enferma.
Nonfumaneko falleció en noviembre de 2004. Esto es lo que le dijo su tía, Notibile Nkosi al reportero enviado por National Geographic, Gideon Mendel.
Fue muy duro porque esperábamos que viviera mucho tiempo después de que le diesen las píldoras. Cuando estoy sola, no hago más que pensar en ella. Recuerdo que era una niña preciosa, y también recuerdo cuando estaba tan enferma y sufría tanto, aquí en mi casa.
En el África subsahariana sobreviven más de 26 millones de personas tras contraer el SIDA y 2,3 mueren cada año por enfermedades relacionadas con el SIDA Al día lo contraen 8.500 personas subsaharianas y fallecen de diarreas e infecciones que las defensas de la sangre no pueden atajar 6.300 africanos.
En todo el mundo hay 15 millones de huérfanos a causa del SIDA de los cuales 12,3 - que se sepa- están en el áfrica subsahariana.
Fijémonos en Sudáfrica, el país con el peor balance de los documentados en 2004. 983.000 sudafricanos necesitan antiretrovirales para combatir el VIH pero solo los reciben 117.000 personas enfermas. El coste anual de los antriretrivirales en Lusikisi es de 540 euros mientras los estadounidenses pagan de 8.3000 a 12.540 euros.
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