Habrá una época en que los sofás y los sillones contendrán una inscripción:"El uso prolongado de este producto puede conducirle a contraer diabetes, enfermedades cardiacas y algunos tipos de cáncer". No lo vaticino yo. La hace la epidemióloga de Harvard I Min Lee en la revista médica THE LANCET, una de las más rigurosas de su ramo.
"En la Prehistoria el ser humano caminaba una media de seis kilómetros diarios hasta sus fuentes de recursos. Ahora pasamos una media de ocho horas sentados, tanto en la oficina como en casa, mientras vemos series o jugamos a videojuegos. Y el cuerpo ya no sabe qué hacer con los triglicéridos"
Los triglicéridos son unas grasas almacenadas en la sangre en espera de que el cuerpo haga un esfuerzo físico para servir como combustible. Cuand pàsamos mucho tiempo sentados se desactivan los músculos de las piernas - los que más triglicéridos consumen- y nuevas grasas siguen llegando a la sangre.
Las sillas son un invento reciente. Tienen 5.000 años de historia. Nuestros antepasados del Neolítico no las conocieron apenas. Inventaron antes la agricultura, gestionaron las primeras ciudades, domesticaron los animales, pero no sintieron la necesidad de sentarse. Tampoco hay sillas en los versos de Homero o en el Antiguo Testamento. En 1599 Shakespeare publica Hamlet pero no indica en ningún momento de su inmortal obre de teatro que Hamlet tenga que sentarse en ningún momento. En CASA DESOLADA, publicada por Dickens entre 1852 y 1856, se menciona las sillas 187 veces. Las sillas son un producto de las clases altas durante la Revolución Industrial.
En Japón se practica el seiza ("sentarse correctamente")m que consiste en arrodillar, apoyar los gluteos sobre los talones y mantener la espalda recta, lo que fortalece los músculos de las piernas y la espalda.
En África, la tribu de cazadores recolectores más antigua es la de los hadza. Se extraña mucho cuando los visitantes occidentales se sientan en el suelo porque lo que ellos hacen es acuclillarse. Y tienen bajos niveles de triglicéridos.
Abusar del tiempo que pasamos delante del ordenador aumenta el peligro de ansiedad y depresión en un 22 por ciento mientras que los maratones de series de televisión desde el sofá lo aumentan un 13 por ciento. Las estadísiticas son muy parecidas en América del Norte y Latina, Oceanía, Europa o Asia Oriental
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