martes, 11 de noviembre de 2014

Las mujeres en la antigua Grecia.

Supongamos que la mujer se llama Altea. Tiene 20 años y su esperanza de vida es de unos 10 más. La causa son las atenciones deficitarias durante el parto o los sobrepartos. La posición de Altea tras el matrimonio con su marido Cleómenes, a los 14 años, fue secundaria, hasta que gestó un heredero varón. Por otra parte, Cleómenes recibió la dote de manos del padre de Altea y la perdió cuando tuvo que dotar a Anaximandra, su hermana, la cuñada de Altea.
Altea sabe leer, toca la cítara y se hace cargo en persona de la instrucción de sus dos hijos en los estadios iniciales de su formación.Si tuviera una hija, estaría a cargo de Altea hasta su matrimonio, terminada la pubertad.
Aunque no vota, y sus salidas fuera del gineceo son menores que las de sus esclavas personales, es considerada una ciudadana en toda regla. Cleómenes elige a sus gobernantes y acude al combate contra las cuidades- estado rivales cuando la situación lo requiere. Altea y las otras mujeres dan a luz a otros ciudadanos varones que sustituyen a los que mueren de vejez o en la guerra.
Altea da de mamar a su hijo menor tras dormir toda la noche. El hijo mayor, de 3 años todavía es lactante, pero se encarga de él una nodriza. Se quita con cuidado la mascarilla que mantiene su rostro libre de imperfecciones.
La prenda con la que se viste es un peplo, una pieza de tela con una costura a un costado, talar, ceñida por un cíngulo o cinturón. Una esclava personal le recoge el pelo y le acerca las joyas.
Desayuna un trozo de queso, pan mojado en vino y picotea aceitunas de un cuenco mientras el esclavo administrador le informa del contenido de la despensa y de los almacenes de la casa. Quizá Altea no pueda decidir quien gobierna en Atenas, pero gobierna y administra su casa sin tener que dar más cuentas que las oportunas sobre cómo administra el peculio familiar.
Encarga las compras a un esclavo de confianza, enviado al ágora, una mezcla de plaza pública y mercado. Luego administra las tareas a las esclavas y miembros femeninos de la familia de menor rango.
Como acto devocional, no abandona el gineceo sin depositar unos granos en honor de la divinidad Hestia, para que no le suceda nada malo a nadie en su hogar.
Por la tarde el marido autoriza una salida del gineceo a Altea para visitar a unas amigas. Cuando se reunen las cuatro, comentan sus vestidos y hacen unas apreciaciones corteses sobre el aspecto físico y el estado de salud.
Hablan de la educación de los hijos, los matrimonios de los conocidos, etc... Una de las amigas de Altea, Polixeni, comenta que su hija de 7 años ha sido nombrad arrefora por el Consejo de Atenas. Las demás amigas la felicitan. Ser arrefora es el mayor honor que una niña ateniense puede recibir. Su obligación es tejer el manto de una importante estatua de la diosa Hera, consorte de Zeus. El manto de las arreforas se sustituye cada cuatro años.
Un esclavo les lee el último poema de Safo, una poetisa de Lesbos, que se dedica a educar a las hijas solteras de los hombres libres de Lesbos. Esto ha causado un gran escándalo, sobre todo porque se dice que ha entrado en conflicto con uno de los padres, a causa de las relaciones "inadecuadas" entre su hija y Safo.

"Me parece igual a los dioses aquel varón que está sentado frente a tí y a tu lado te escucha mientras le hablas dulcemente y ríes con amor. Ello en verdad ha hecho desmayarse mi corazón dentro del pecho".

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