miércoles, 23 de enero de 2019

Ignacio Ayende Torbe. Un artículo de opinión.

Una vez es casualidad; dos veces es coincidencia; tres veces es un acto hostil.

Auric Goldfinger.

La primera vez que me engañas es culpa tuya; la segunda vez es culpa mía.

Proverbio árabe.


IGNACIO AYENDE VERSUS TP 3.

El cine para adultos es una aventura. Eso significa que por la gloria pagas un precio muy alto, que las victorias pueden ser agridulces. Consigues la fama sí, pero a un precio de estigma. Y aún así cada año centenares de muchachas intentan entrar en esa burbuja de la que ya es imposible desprenderse por completo. Para ver si tienen lo que hay que tener para ser la fruta prohíbida de los sueños eróticos de muchos hombres.

TP 3 quería la gloria y la consiguió. Tuvo a los hombres comiendo de sus manos, incluído a su pareja de entonces, el productor de cine X Torbe. Pero se acostumbró y quisó más. Cosificó a los hombres a base de cosificarse ella. Denunció a su pareja por proxenetismo, asociaciones con el crimen organizado, pornografía infantil y retención ilegal.

Luego resultó que TP 3 tenía un contrato firmado. Apareció en uno de los registros policiales. Las chicas rusas empleadas en los bukkakes (se embardurnan de semén mientras procuran hacer eyacular a un montón de hombres) sabían qué tipo de tarea se esperaba de ellas y no fueron oligadas a hacer nada en contra de su voluntad. El dinero del supuesto blanqueo procedía de la venta de una licencia de taxi.

En una página web aparece TP 3 afirmando con una sonrisa que había recibido ofertas de otras productoras pero que se quedaba en la Ignacio Ayende. Miembros de la Policía la vieron entrar durante uno de los registros en el domicilio del productor con su propia llave y silbando. ¿Te obligan a prostituirte, retienen a chicas contra su voluntad, te obligan a acostarse con los futbolistas Muniaín y De Gea, y estás tan tranquila, TP 3?¿No te parapetas detrás del Policía más grande?

La prostitución y la pornogafía atraen, por desgracia, a mujeres que quieren ser famosas y el centro de atención a costa de quien sea, en ocasiones de ellas mismas. Son un problema para los empresarios y los compañeros.

Puede entender que una prostituta, que tiene que humillarse todos los días ante los peores especímenes masculinos, lo que no consiguen pareja porque no están capacitados para conservarla, sientan una perversa satisfacción al verles pagar por lo que, si fueran completos, podrían conseguir gratis de una pareja legítima, aunque luego se quede con ese dinero el chulo de turno. Lo que no entiendo es esta actitud en el mundo del cine para adultos.

TORBE Y LAS MENORES.

Ya es la segunda vez. Algo falla en los métodos de trabajo de este hombre. A lo mejor lo que falla es que no quiere dar garantías a sus trabajadores en una sociedad cada vez más precaria. Según explicaciones dadas por Torbe a la prensa una chica de 17 años y 10 meses intentó pasar un casting y fue rechazada, por razones obvias. Lo malo es que cuenta que la chica consiguió rodar mostrando la documentación de otra chica más mayor.

Ya tuvo problemas en lor tribunales por una menor reclutada en una discoteca por un hardeur para rodar escenas sexuales. Venía con una amiga que no quiso saber nada del asunto, también menor. Fue esta chica la que colgó las fotos de la coyunda en el tablón de anuncios del instituto.

No sé exactamente en qué cosisten los castings y cuál es la clave de que se acepte o se rechace a una muchacha. Pero creo que las chicas jóvencitas deberían ser entrevistadas por una mujer, para poder descartar el factor de la líbido.

Una chica que cuelga las fotos de una amiga practicando sexo y otra que se echa para atrás cuando un video de sus pechos se vuelve viral y, como consecuencia, se entera su padre. ¿No son razones suficientes para ver menos atractivo trabajar con menores?

TORBE VERSUS AMARNA MILLER.

Estamos en medio de lo que los sociólogos llaman sociedad líquida. Cada vez es más difícil saber que estáremos haciendo dentro de cinco años en lo laboral. Amarna Miller es una actriz pornográfica retirada que quiere que haya organizaciones sindicales de actores pornográficos en el estado español. Me parece justo. Se beneficiarían mujeres que están en la frontera de lo permitido; es decir, otras trabajadoras sexuales como las stripper, los boys, las prostitutas y las go gós de discotecas, así como también las modelos de pasarela, que también son autónomas.

En Estados Unidos y los Países Bajos ya existen estas organizaciones y esta regulación. Torbe, el bueno de Torbe, dice que el trabajo como hardeur es precario porque hay contratos que no superan el año, y la gente aparece en el negocio y desaparece. El único modelo laboral de un trabajador sexual, según él, por muy bien pagadas que estén las actrices del ramo, es el de un autónomo. Dentro de una sociedad líquida, el trabajo como actor porno es más líquido todavía.

Quizá lo que le pase es que Ignacio Ayende cree que todo vale en su oficio, y que el protagonismo actual no lo tendría en un organigrama más estructurado. Torbe es un individualista, un aventurero como TP 3, en lo tocante a la lealtad a sus trabajadores. No les protege del vacío porque si lo hiciera no tendría tanto protagonismo como insistiendo en hacer lo que le enfrentará a sus colegas, los otros pornógrafos, y a las autoridades. Quiere el amor del público aunque sea insultándoles cuando decidimos no aplaudirle o siquiera dignarnos a prestarle atención.

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