Isabel de Segura y Juan Diego Martínez de Marcilla se aman, pero saben que su amor es imposible. Los padres de la chica esperan que se case con un hombre con fortuna, y Juan Diego no la tiene. Por eso pide a Isabel que la espere cinco años y se a pelear contra los moros en medio de uno de los momentos estelares de la Reconquista. Es posible que luchara contra los almohades en las Navas de Tolosa (1212) o estuviese presente en escaramuzas fronterizas.
Isabel rechaza a todos loes pretendientes que le muestra su padre hasta que se convence de que Juan Diego ha muerto y contrae matrimonio. Ese día aparece con la fortuna otorgada por el rey Juan Diego. Es 1217. El mancebo se cuela en la alcoba de Isabel y le pide un beso, pero ella ya es una mujer casada y no puede complacerle, por lo que él muere de desdicha en esa alcoba. El marido se despierta y, asustado por las consecuencias de esta muerte puede traerle, le pide a la muchacha que le ayude a llevarlo a casa de los padres de Juan Diego.
El féretro es colocado en la Casa de San Pedro, donde Isabel va a besarlo por última vez. Ante la mirada estupefacta de su dueña- su aya - Isabel muere tras darle el primer y último beso.
El beso que no te dí.
Magdalena Lasala.
Madrid, La Esfera
24,90 E.
Premio de las Letras Aragonesas de 2014. Por un lado la novela muestra el nacimiento de la ciudad de Teruel en el siglo XIII, fundada como un enclave fronterizo que impediera el avance de los almohades desde Valencia; por otro Isabel de Segura y Diego de Marcilla, los Amantes, hijos de dos familias principales de la nueva villa.
-La tradición oral ha transmitido que los Amantes existieron y fueron enterrados juntos. ¿Hay algún indicio de veracidad en este relato?
Los hechos se sutúan en 1217. En 1619, durante unas obras realizadas en San Pedro, bajo la capilla de San Cosme y San Damián aparecieron dos momias. En el siglo XX, unas pruebas de carbono 14 confirmaron que se trataba de un hombre y de una mujer que los restos datan del siglo XIII. Algo debió suceder en el siglo XIII. Detrás de toda leyenda hay un poso de realidad.
-Uno de los aspectos más conseguidos de tu novela es esa recreación del mundo social en que crecen Juan Diego e Isabel...
Teruel nació como un núcleo urbano, al que Alfonso II dotó de fueros propios. Allí, junto con los cristianos, convivieron los musulmanes mudéjares que conservan su religión, los moros de paz que sirven en las casas de los señores, los judíos, los convertidos... En esa época la vida social sigue los ciclos de la tierra, las celebraciones religiosas o el toque de las campanadas que anuncia que la guardia cierra las murallas. Una vida muy religiosa donde es marcada por las novenas a Santa María, las limosmas o la confesión.
-¿Por qué Doña Sancha quiso que sus hijos se criaran en Teruel?
-Porque es una ciudad fronteriza que crea supervivientes. Los campesinos saben que están exentos de algunos impuestos pero también saben que si el rey llama a las armas tendrán que trocar los arados por las espadas y luchar contra los infieles.
-Dices que el amor de Isabel y Juan Diego esta prohíbido.
En cualquier lugar que no fuera Teruel les hubiese costado muy caro... El Fuero de la Corona de Aragón explica que la herencia solo la reciben los primogénitos y que los segundones no pueden casarse ni hacer nada sin el consentimiento de sus hermanos mayores. Y esa es la situación de Diego de Marcilla. Puede tener hijos bastardos y concubinas pero no una esposa legítima. Y ni siquiera es lícito que ponga sus ojos en una primogénita como Isabel de Segura.
Es una de esas historias de "amor cortés" donde el desastre de las relaciones de pareja prohíbidas socialmente acecha detrás del anhelo de la carnalidad.
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