Él daba clases y ella trabajaba en una biblioteca. Ella tenía 22 años menos que él, y a Einstein sólo le faltaban tres años de vida cuando se encontaron en el exilio ameicano y se hicieron inseparables. El diario de Johanna Fantova descubre todo lo que es lícito saber de su relación con el hombre que revolucionó la física en 1905.
Princeton, 1953. Los alumnos llaman a Johana Fantova "la última novia de Einstein". Es la relación más estable que el eminente físico ha tenido desde que uviera que huir de Alemania en 1933. Albert y Johanna se habán conocido en Praga en 1929. En esas fechas tanto Einstein como Fantova estban casados, pero ambos coincidieronen un cóctel organizado por los padres de la muchacha, en el que estuvo presente un escritor de la talla de Franz Kafka.
La casualidad quiso que los dos coincidieran en los pasillos de la Universidad de Princeton (Estados Unidos) en 1940, donde Fantova trabajaba como restauadora de mapas en la Biblioteca Firestone y él como profesor de Estudios Avanzados. Desde 1952 hasta la muerte del creador de la Teoría de la Relatividad se hicieron inseparables.
Una casualidad llevó a los bibliotecarios a descubrir el diario de Johanna que describe los ultimos 18 meses de Einstein, muerto en 1955. Alfres Bush, un historiador de la Universidad de Pricetos, estaba haciendo un trabajo sobre parejas históricas y había oído rumores sobre un cuadernillo de 52 páginas mecanografiadas enalemás sobre la relación de Fantova con Einstein.
El cuadernillo nos describe a un Einsteinde 75 años, que se queja de los inevitables achaques de la edad y de los efectos colaterales de la fama. Se queja de fallos de memoria, que le impiden concentrarse tanto como quisiera en su Teoría de los Campos Unificados, de dolores en la espalda y de las continuas visitas de peridistas y admiradores.
Según Fantova, a Einstein le sorprenían la extnsión y la prolijidad de algunos de los trabajos científicos y literarios contemporáneos suyos. "Yo solo escribí un librito con mi teoría de la Relatitidad" y revolucioné la física", solía decir. Recibía cartas de personas consultandole sobre cuestiones científicas y dibujos de los niños que él mirada o respondía en los pocos ratos libres que le dejaba su trabajo académico.
Fantova también nos dice que Einstein fingía sentirse indispuesto cuando tenía que hacerse la fotografía de turno con alguien a quien o podía soportar. Hizo de tripas corazón y recibió a Werner Heisenberg, padre de la Física cuántica y principal responsable del malogrado programa nuclear del Tercer Reich. "Ese hombre es eminente", dijo cuando se fue. "Un eminente nazi".
Leía todo lo que caía en sus manos sobre la situación internacional, y con aprensión todo lo que se refería a la carrera armamentística con armas nucleares,puesto que era un destacado pacifista, lo que le trajo problemas con Edgar Hoover, el jefe del FBI. Se apuntó de todos modos a todas las campañas pacifistas a las que consideró prudente hacerlo.
El diario también nos habla de la intimidad de la pareja. Fantova le leía a Goethe antes de domir, una referencia a una Europa a la que, sin duda, añoraba. Einstein escribía poemas y tocaba el piano para Fantova, en sustitución del violín, un instrumento para el que a su edad no se sentía capacitado. También dejó de navegar con su velero por las aguas de Nueva Inglaterra, aunque no dejó de visitar Kaputh, su residencia en la costa.
Fantova organizó el último cumpleaños de Einstein. Le regaló un loro. Einstein trató de enseñarle a hablar en vano y trató de alegrar el talante tristón del ave con chistes malos. Quizá el loro presentía la muerte de su amo porque nunca se mostró alegre ni receptivo ante los arrumacos del físico.
Eistein murió el 18 de abril de 1955. En su mesilla de noche estaba un cuadernillo con sus últimos cálculos sobre su teoría de los Campos Unificados. Johanna Fantova se convirtió en una mujer apática hasta su muerte en 1981.
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