jueves, 30 de mayo de 2019

Miguel de Cervantes.

Es de noche. Miguel de Cevantes se pone en guardia con su espada ropera. Delante tiene a Antonio de Sigura. Tras un entrechocar de aceros Sigura cae herido a tierra. Y a Cervantes al que el furor guerrero se le ha  pasado de repente le parece que está muerto.

En la España del Siglo de Oro los duelos están prohíbidos y el asesinato se castiga con la muerte. Cervantes limpia su espada con el musgo que crece en el suelo y echa a correr. Tiene que poner tierra de por medio. Huir de Castilla.

Miguel de Cervantes se ha metido en semejante embolado por defender el honor de su hermana mayor Andrea. Era vox populi que las mujeres de su familia tenían famas de casquivanas, lo que trajo al escritor muchos disgustos a lo largo de su vida. De hecho, los vecinos se referían a ellas como las Cervantas. En la época del duelo, Andrea era ya madre soltera (había tenido una hija con un tal Nicolás de Ovando), era la amante de un gentilhombre genovés, Giovanni Francesco Cocaledo. Cocaledo y Andrea se habían enamorado mientras el italiano se recuperaba de las heridas de otro duelo en casa del padre de los Cervantes, un cirujano.

Las manchas al honor de las mujeres españoles del siglo XVI se lavaban con sangre. El teatro tenía esto como el motivo central de sus argumentos, pero es que también el teatro servía para presentar modelos de comportamiento. Lope y Calderón de la Barca les decían a los españoles, entusiasmados de verse en ese retrato, como relacionarse con las mujeres y cómo resolver sus problemas, amorosos o de honor.

Miguel de Cervantes fue condenado, por batirse junto a un Palacio Real, a que se le cortase la mano derecha. Se le hizo buscar por todos los garitos, solo que Miguel de Cervantes ya no estaba en España, sino en Italia como camarero del cardenal de Acqaviva. En la biblioteca del cardenal nuestro escritor en ciernes tuvo contacto con las obras de Horacio, Virgilio, Dante, Petrarca, Bocaccio...

Podía haberse limitado a ser escritor, pero el deseo de hacer carrera militar la lleva a alistarse en los Tercios junto con su hermano Rodrigo. Se una a las tropas de la Liga Santa formada por España, los Estados Pontificios, Venecia, Malta y Génova que se enfrentarán a los turcos en el golfo de Lepanto (1571).

El 7 de octubre las dos escuadras se encuentran. Los cristianos alinean 207 galeras, 6 galeazas y unos 90.000 hombres, entre marineros, soldados y remeros.los turcos, 222 galeras, 38 galeazas y 38 fustas. Los otomanos son inferiores en artillería (750 cañones frente a los 1215 cristianos).

A Cervantes, como soldado novato, no le correspondía formar parte de las tropas de asalto. Además, ese domingo glorioso, en que dos religiones se disputan el control de Mediterráneo Oriental, tiene fiebre, pero aún así solicita un puesto de combate. El capitán veneciano lo asigna al esquife, una barca que sirve de plataforma a los arcabuceros durante el asalto.

Es dudoso que Cervantes llegara a disparar un arcabuz, un arma con la que todavía no estaba familiarizado. Es posible que recargara los de los arcabuceros y lanzase piñas explosivas contra las cubiertas para estorbar un posible abordaje turco.Es herido de dos metrallazos contra el esquife: dos en el pecho y uno en la mano izquierda que le quedó inutilizada.

Después de Lepanto, fue ascendido a soldado. Intervino junto con Ponce de León en las conquistas de Navarino, Túnez, La Goleta y Corfú, con periodos de descanso en Cerdeña y Nápoles.

Tras esta actividad, regresa a España para ser ascendido a capitán en la galera Marquesa que es capturada por los piratas berberiscos de Argel. Los piratas encuentran una carta destinada al Duque de Austria en el equipaje de Cervantes, lo que aumenta el monto de su rescate. Rodrigo es rescatado por los mercedarios pero Miguel no tiene tanta suerte. Intenta fugarse varias veces y en todas ellas fracasa y es encadenado en una celdas subterráneas llamadas los baños. Su amo recibe el rescate cuando está a punto de renunciar a él y enviar a su esclavo - que es preceptor de su hijo- a Stambul, de donde es imposible para un cristiano regresar.

De vuelta en España inicia carrera de escritor. Intenta escribir comedias. Para ello frecuenta los cenáculos literarios y se hace amigo del dramaturgo del momento, Lope de Vega, pero esta amistad se malogra por razones que no los historiadores no acaban de entender.

Cervantes se casa con una propietaria rural, Catalina de Salazar, y se instala en el pueblo manchego de Esquivias. Como no se adapta a la tranquilidad de un pueblecito acepta trabajos donde se deba viajar, como recaudador de impuestos para la Armada Invencible. Su torpeza con los números le lleva a una acusación de corrupción y a una estancia en la cárcel.

Cervantes intenta conseguir un puesto de funcionario en las Indias, pero el burócrata de la Casa de Contratación que tramita los destinos de los peninsulares escribe al margen de la negativa: "Busque aquí en qué se le haga merced".

Es durante una estancia en la cárcel que recuerda sus visitas a la Casa de los Locos de Sevilla y a los rumores sobre unos vecinos suyos, los Acuña y los Villaseñor. Tamto los Acuña como los Villaseñor son unos excéntricos que se entretienen buscando pendencia entre sí y paseándose con armaduras de la época de los Reyes Católicos. También piensa en un hidalgo entrado en años, Alonso Quijada, pretendiente de su esposa Catalina. La muchacha lo llamaba "el caballero de la triste figura".

Pide unas resmas de papel al carcelero y se pone a escribir. El resto es historia de la literatura...

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