(Adaptación de un artículo sobre alpinismo aparecido el 4 de mayo de 2013 en National Geographic News).
Simone Moro es un alpinista especializado en ascensiones rápidas y ascensos invernales de picos de 8.000 metros.
En 2013 este escalador estuvo involucrado en un incidente con un grupo de sherpas en el monte Everest en compañía de los escaladores Ueli Steck y Jon Griffith. En esta entrevista Moro quiere oponer su testimio de primera mano acerca de lo que realmente sucedió en contra de lo publicado por blogueros especializados en alpinismo que se pusieron de parte de los sherpas agresores sin saber realmente lo sucedido.
"Nuestos objetivo era llegar al Campo 3. Sabíamos que había un equipo de icefall doctors, sherpas especializados en escalada en hielo, instalando las cuerdas para las expediciones comerciales. También sabíamos que ese día nadie se rescolgaba de esas cuerdas sin permiso. Solo que nosotros teníamos nuestro propio equipo y no pertenecíamos a una expedición comercial. El Everest es para los que pagan la cuota no solamente para los clientes de las empresas del ramo.
"Cuando llegamos al pie de la Cara Lothse, los sherpas que estaban arreglando las cuerdas nos dijeros que retrocedieramos y les dejáramos trabajar. Les comunicamos que no pensábamos ir a ninguna parte y ascendimos al estilo alpino la pared de hielo. Quizá ver a unos europeos ascendiendo con su propio equipo, sin necesidad de ayuda por parte de ellos, les removió por dentro. Mientras ascendíamos nos tiraron a la cabeza trozos de hielo.
"Ya en el repecho el jefe de aquella cuadrilla nos empezó a gritar piolet en ristre. Nosotros nos disculpamos aunque no sabíamos por qué razón debíamos hacerlo y nos ofrecimos a ayudarles a instalar las cuerdas. "Ahora nos vamos", dijo el sherpa a cargo de los icefalls doctors. Nosotros decidimos allanar asperezas y terminamos de montar las cuerdas. Los problemas empezaron cuando comunicamos por radio a los escaladores de las expediciones comerciales que ya se podía subir al Campo 3 por la Cara Lothse.
"Bajamos al Campo 2, y allí nos estaban eperando más de cien sherpas con el propósito de matarnos. Uno de ellos arrojó una gran piedra a la cara de Ueli Steck y yo mismo recibí infinidad de patadas en todo el cuerpo y puñetazos en la cara.
"Salió en nuestra ayuda la escaladora estadounidense Melissa Arnot que se abrazó a mí porque sabe que en la cultura de los sherpas está mal visto golpear a una mujer. Ella interpuso su cuerpo entre la turba enfurecida y nosotros. Los sherpas le gritaban que se fuera y les dejara hacer su trabajo. Un sherpa de mediana edad también acudió en nnuestra ayuda y trató de razónar con sus compañeros y calmarlos. Nunca le estaré suficientemente agradecido a Pan Huru.
"Los sherpas se calmaron y nos dijeros que nos daban un plazo para coger nuestra tienda y retirar nuestras cosas. Que bajáramos al Campo Base. Por el camino de descenso vimos que algunos estaban escondidos detrás de los seracs para asegurarse de que realmente nos íbamos
"En 2013 los sardars, los capataces de las cuadrillas, habían contratado más de 450 sherpas, entre los que había caras nuevas. El 49 por ciento, si no la mayoría, son personas pacíficas y fuertes, que no desean mal a nadie, pero se ha instalado en el Everest una mafia de personas que solo quieren explotar a los escaladores y que creen que la montaña es de su propiedad. Son unos pocos pero el daño está hecho.
"En 1953, cuando sir Edmund Hillary subió al Everest la relación entre los sherpas y los europeos era diferente. Pero ahora la montaña se ha mercantilizado y hay una gran competencia por ver quien atiende a más clientes. El capitalismo ha llegado al Himalaya, y eso crea celos y resentimiento. Sae llega a creer que un escalador europeo autosuficiente, que no necesita auxilio de la gente local, es un mal negocio, un intruso, y de ahí probablemente que me atacasen.
"los blogueros especializados en alpinismo llegaron a escribir que habíamos golpeado nosotros primero a los sherpas, haciendo sangrar a uno por la nariz. Cuando conté al sardar encargado del equipo de cuerdas el incidente, este asumió su culpa y dijo que la hemorragia nasal había sido por un erros suyo, que nadie le había golpeado.
"Estos blogueros dicen que yo, poco menos,odio a los sherpas. He financiado la educación de niños sherpas y empleo un helicóptero especial para hacer rescates de escaladores a gran altura. Si hay una persona que se preocupa por el futuro del pueblo sherpa, que los aprecia, soy yo. La demostración está en que no he denunciado a nadie ni he tomado represalias, a pesar de que los mismos sherpas lo hubieran aceptado como una consecuencia lógica del numerito del Campo 2.
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