Jesús Neyra, profesor universitario, acompaña a su hijo a clase el 2 de agosto de 2008 cuando ve que Antonio Puerta, un hombre más joven, le está presuntamente pegando una paliza de órdago a su pareja, Violeta Santander. El profesor, de 55 años, primero le recrimina, pero como ve que Puerta no abandona su actitud agresiva con la mujer, intenta contenerle. Puerta lo deja inconsciente y sigue golpeándole algunos minutos después.
Neyra sufría del corazón y fue internado algunos días después en la UCI por daños cerebrales cuando cayó en coma. Puerta es encarcelado sin fianza en la penitenciaría de Soto del Real, de donde salió dos años después, ya que los jueces fueron incapaces de discernir lo que sucedió aquella tarde.Violeta Santander, la pareja, lo defendió con uñas y dientes, asegurando delante de la prensa que Puerta estaba enfermo y que el detonante de lo que no había sido en absoluto una agresión estaba en su adicción a la cocaína y el alcohol.
Neyra sale del coma y Esperanza Aguirre, la presidenta de la Comunidad de Madrid, le ofrece el puesto de consultor del observatorio contra la Violencia de Género, un puesto honorífico, ya que la institución no reguló nada bajo el mandato de Neyra, no sé si por cuestiones políticas o por desidia de los funcionarios a cargo.
El asunto sirvió para visibilizar el tema del maltrato doméstico y la violencia de género. Pero cuando excarcelaron a Puerta, Neyra atacó al poder judicial, deseó en público ser ciudadano de otro país y querer sacarse la licencia de armas porque no se sentía seguro. También escribió un libro llamado ESPAÑA SIN DEMOCRACIA, donde atacaba la Constitución Española y ponía en cuestión nuestras libertades. La gota que colmó el vaso fue la detención de Neyra tras ser sorprendido en un control de alcoholemia conuna tasa de alcohol permitida triplicada. Murió el 12 de deciembre de 2015.
Puerta había muerto en 2010 de sobredosis en casa de su madre, por lo que no se podrá saber si estaba agrediendo a Violeta Santander o no. La muchacha, ante la muerte repentina de su pareja, cayó en una depresión y tuvo que ser internada en un centro psiquiátrico.
Yo mismo, un día de Año Nuevo, vi a un muchacho de 17 años amenazando con golpear a una muchacha de la misma edad y me escondí tras la marquesina de un autobús. ¿Pensaba golpear realmente el chico a aquella muchacha? El caso es que no lo denuncié hasta pasadas 48 horas. No sé si Neyra tenía madera de héroe, pero yo ninguna.
En cuanto a lo de ser un héroe o un villano, Pérez - Reverte dice que los mayores genocidas y criminales de guerra tienen un momento de heroísmo que los redime, un acto, cinco minutos escasos, que los salvan, puede que no del todo, pero es suficiente. Neyra actuó ante lo que él consideraba una injusticia y pagó el precio. Lo que declarase en los medios, o que no estuviera a la altura del personaje que los demás necesitábamos que fuera, no desemerecen su papel en la lucha contra la violencia de género.
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