¿El masajista de Himmler aprovechaba que el dirigente estabe en la camilla para que firmara la libertad de miles de prisioneros? Un libro indaga sobre el polémico Félix Kersten.
El doctor Ko le enseñó los secretos de la terapia fisional, una técnica para pinzar los nervios agotados y liberarlos de la tensión. Félix Kersten aprendió todo lo que pudo enseñarle su sensei tibetano en cuanto a técnicas orientales de masaje y cuando Ko regresó al Tíbet este heredó su clientela: alemanes de las élites políticas y empresariales alemanas.
A través del boca a boca, su pericia como sanador llegó a oídos de Heinrich Himmler, atormentado por dolores de tripa. Las manos de Kersten obraron el milagro de aplacar las molestias abdominales del jerarca nezi de tal manera que se hizo imprescindible para él y acompañaba a Himmler en sus viajes por todo el este de Europa en su tren privado. Cuentan que el alivio que sentía el temible jefe de las S.S. era tal que Kersten le pasaba listas con peticiones de liberación de prisioneros políticos con la seguridad de que tras una de sus sesiones el temible jerarca nazi sería incapaz de negarle nada.
"Cuando estaba enfermo de eseos dolores de tripa, podías hacerle firmar lo que fuera. Pero una vez restablecido no era accesible ni abordable", contó Kersten.
Kersten es un personaje polémico desde el momento en que se atribuye todos los méritos por la misión para indultar y conducir a Suiza a varios miles de prisioneros políticos organizada y dirigida por Bernadotte y la Cruz Roja.
Kersten también hizo la polémica aformación de que había sido él en persona el que había convencido a Himmler de que no dinamitase los campos de concentración con todos sus desdichados ocupantes, con lo cual salvó unas 800.000 vidas. ¿Hasta qué punto llegaba su influencia sobre un agradecido Himmler? Algunos historiadores opinan que exageró las cifras de salvados y su propia papel.
Si Kersten no se encuentra en las listas de Justos entre las Naciones del Yad Vashem es porque sus responsables estiman que su vida jamás corrió peligro y que las vidas que salvó lo fueron con el consentimiento de Himler, que propondría unos límites a su generosidad. Pero Françoise Kersaudy en su novela EL MÉDICO DE HIMMLER (Taurus) sostiene que la Gestapo investigó a Kersten porque sospechaba de él y que su intervención persuasiva salvó la vida de unas 100.000 personas. Tras la guerra, Holanda, Suacia y Francia le rindieron homenajes.
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