El 90 por ciento de los tres millones de jamaicanos descienden de esclavos africanos empleados por los hacendados blancos en los ingenios de azúcar y otras explotaciones durante siglos. En 2021 exigieron a su entonces jefa de Estado, la reina Isabel II, una compensación de 10.000 millones de dólares para compensar los sufrimientos de los cerca de 600.000 esclavos jamaicanos. Gracias a la mano de obra esclava, Jamaica se convirtió en la mayor exportadora de azúcar, entonces una mercancía de lujo, al continente europeo, con 17.000 toneladas anuales entre 1820 y 1840.
Los británicos habían apartado del poder a los españoles y reclamado la isla en 1655, pero con los primeros coletazos de la mecanización de las tareas en la Revolución Industrial prohibieron la esclavitud en 1807, pero no la abolieron en sus territorios hasta 1834, con una fuerza laboral gratuita de entre 20 y 28 millones de esclavos en todo el Imperio Británico.
Entre 1450 y 1850, al menos 12 millones de negros africanos fueron arrancados de sus tierras y enviados a las plantaciones americanas. Entre 1702 y 1749 arribaron al puerto de Kingston cerca de 300.000 esclavos capturados en África, es decir bozales.
La última nación que abolió la esclavitud oficialmente fue paradójicamente la primera que la planteó como negocio: Brasil, a través de su metrópolis portuguesa. Lo hizo en 1888.
Cuando Gran Bretaña abolió la esclavitud dentro de sus colonias los plantadores exigieron a Londres una compensación (1834). Lo obtuvieron.
En junio de 2020, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y la Comisión de Reparaciones del Caribe ya han exigido a los Estados Unidos y Europa un plan re reparaciones económicas por los daños personales causados por los horrores y las atrocidades de la esclavitud en los ingenios de Azúcar

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