En verano, el cuerpo pide cosas frescas, y está bien hacerle caso. Con el calor perdemos agua todo el tiempo, aunque no nos demos cuenta. Por eso es clave mantenernos bien hidratados, pero sin caer en refrescos llenos de azúcar o en picoteos pesados que, además de hacernos sentir hinchados, nos hacen ganar peso sin querer.
Una muy buena forma de evitar deshidratarnos es aprovechar las frutas de estación. Por ejemplo, la sandía es espectacular: es dulce, jugosa, y prácticamente todo es agua. Lo mismo pasa con el melón, que es fresco y livianito. Las naranjas, mandarinas, frutillas, piña... todas estas frutas ayudan a mantener el cuerpo fresco y también calman la ansiedad por algo dulce, sin necesidad de comer golosinas. Lo mejor es comerlas enteras, no en jugo, así no te pasas de azúcar y además aprovechas la fibra, que ayuda a que te sientas lleno por más tiempo.
Las verduras también son grandes aliadas. Ensaladas bien coloridas, con tomate, pepino, zanahoria rallada, lechuga, rúcula o espinaca, son una opción ideal. Te refrescan, no tienen muchas calorías y te dejan esa sensación de ligereza que se agradece cuando hace calor. Si les pones un chorrito de limón, un poco de aceite de oliva y quizás unas semillas o frutos secos, te queda un plato sabroso, sano y completo.
El pescado es otra joyita. Mucho mejor que las carnes rojas en esta época, porque es más liviano y fácil de digerir. Una porción de pescado a la plancha con una buena ensalada es una comida fresca, rica y sin complicaciones. Incluso puedes hacer un ceviche (que es pescado "cocido" en jugo de limón), muy típico en verano en varios países, y no necesitas prender el fuego.
Ahora, si eres de esas personas a las que el agua sola les aburre, puedes hacer aguas saborizadas caseras, que son una maravilla. Por ejemplo, llenas una jarra con agua fría, le pones unas rodajas de pepino, unas rodajas de limón y unas hojitas de menta. Lo dejas un ratito en la heladera y tienes una bebida refrescante, sin azúcar y con mucho sabor. También puedes hacerla con frutillas y un poco de albahaca, o con naranja y jengibre. Son riquísimas y te dan ganas de tomar más agua, que es justo lo que necesitas.
En resumen, para pasar el verano sin deshidratarte y sin aumentar de peso, lo ideal es comer muchas frutas y verduras frescas, elegir pescado más seguido, y tomar mucha agua (con o sin sabor). No hace falta matarse de hambre ni seguir dietas raras. Solo es cuestión de elegir bien y escuchar al cuerpo.
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