El oráculo de Delfos fue uno de los centros religiosos más importantes del mundo griego antiguo. Se encontraba en la ladera del monte Parnaso, en la región de Fócida, en el centro de Grecia. Estaba dedicado al dios Apolo y atraía a peregrinos de todo el mundo helénico que acudían allí en busca de consejo divino. Su importancia no era solo religiosa, sino también política, cultural y social.
Ubicación y fundamentos mitológicos
El santuario de Delfos se construyó alrededor de una grieta en la tierra de la que, según el mito, emanaban vapores sagrados. La mitología cuenta que Delfos fue en un principio el lugar donde Gea, la diosa primigenia de la tierra, tenía un oráculo custodiado por una gran serpiente o dragón llamada Pitón. Apolo, deseando establecer su propio oráculo, mató a Pitón y se apropió del lugar. Por ello, se consideraba que el dios había fundado allí su templo y que desde entonces hablaba a través de la sacerdotisa, la Pitia.
Este mito se refleja en la etimología y el ritual: la sacerdotisa que transmitía las palabras de Apolo era conocida como la Pitia, en honor a Pitón. El acto de usurpar el oráculo a Gea también simboliza el paso de un culto telúrico y primitivo a uno más racional y solar, propio del panteón olímpico.
La Pitia y su labor
La Pitia era la sacerdotisa encargada de pronunciar los oráculos de Apolo. Era una mujer elegida generalmente entre las clases bajas, de vida intachable y purificada ritualmente. Aunque en épocas arcaicas se elegía una joven virgen, más adelante se optó por mujeres mayores para evitar escándalos y mantener la autoridad moral del cargo.
Durante las ceremonias, que se celebraban el séptimo día de cada mes durante la parte del año consagrada a Apolo (de primavera a otoño), la Pitia descendía al adyton, una cámara subterránea del templo. Allí, sentada sobre un trípode, inhalaba los vapores que salían de una grieta en la tierra —aunque se debate si realmente existieron esos vapores— y mascaba hojas de laurel, planta sagrada de Apolo. Entraba entonces en un trance, durante el cual balbuceaba frases incoherentes o enigmáticas que eran interpretadas y reformuladas por los sacerdotes del templo en forma de hexámetros o sentencias comprensibles.
El carácter de los oráculos era frecuentemente ambiguo, lo que permitía múltiples interpretaciones, algo útil tanto desde el punto de vista religioso como político. De hecho, la ambigüedad era parte esencial del prestigio del oráculo.
Relación con Temístocles, Pericles, Bizas y Pausanias
Temístocles fue uno de los grandes estrategas atenienses del siglo V a.C. Antes de la invasión persa de Jerjes en el año 480 a.C., Temístocles consultó al oráculo de Delfos, que le dio una respuesta críptica en la que se hablaba de un "muro de madera" como única salvación. Temístocles interpretó que este muro era una metáfora de la flota ateniense, y fue así como se tomó la decisión de evacuar Atenas y enfrentarse a los persas en la batalla naval de Salamina, donde obtuvieron una decisiva victoria.
Pericles, aunque menos directamente vinculado a episodios concretos con el oráculo, vivió en una época en que Delfos seguía siendo una referencia de autoridad. Los pitios avalaban o desautorizaban decisiones políticas, y su voz tenía un gran peso en las alianzas entre ciudades-estado. Pericles defendió un modelo racional y democrático, pero no ignoraba el poder simbólico del oráculo y probablemente lo utilizó de forma estratégica para consolidar su liderazgo.
Bizas, el legendario fundador de Bizancio (posteriormente Constantinopla), también tiene un vínculo mitológico con el oráculo. Según la tradición, Bizas consultó al oráculo para saber dónde fundar una nueva ciudad. El oráculo le dijo que se estableciera "frente a la tierra de los ciegos", lo que se interpretó como una crítica a los habitantes de Calcedonia, que no supieron ver la superioridad estratégica del lugar justo enfrente, en la orilla europea del Bósforo. Allí fundó Bizancio.
Pausanias, el escritor y geógrafo del siglo II d.C., fue uno de los mayores transmisores del conocimiento sobre el oráculo de Delfos. En su obra Descripción de Grecia, dedica amplias secciones al santuario de Apolo y a los monumentos que lo rodeaban. Su testimonio es una fuente invaluable para conocer cómo se percibía el oráculo en épocas posteriores, cuando su importancia ya había declinado pero seguía siendo un símbolo cultural de referencia.
En resumen, el oráculo de Delfos fue una institución religiosa que unió mito, política y espiritualidad. A través de la figura de la Pitia y la autoridad del templo de Apolo, ofreció orientación a individuos y estados durante siglos, dejando una huella profunda en la historia del pensamiento griego.
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