sábado, 15 de noviembre de 2025

La Flota del Ataúd. (1808-1870).

 


La llamada “flota del ataúd” era el nombre popular —y sombrío— que recibió el West Africa Squadron, el escuadrón británico destinado desde 1808 a patrullar la costa occidental de África para perseguir, capturar y destruir barcos negreros tras la abolición británica del comercio de esclavos. El apodo surgió porque el servicio era extremadamente duro: la humedad, las enfermedades tropicales, la disentería y, sobre todo, la malaria mataban a más marineros británicos que los propios enfrentamientos. Se estima que, durante décadas, este servicio tuvo la tasa de mortalidad más alta de toda la Royal Navy.

A pesar de ello, el escuadrón tuvo un éxito considerable. Entre 1808 y 1870 capturó más de 1.500 barcos negreros y liberó a decenas de miles de africanos esclavizados, aunque sus resultados fueron irregulares en los primeros años por la falta de cooperación internacional. El West Africa Squadron actuó contra negreros de cualquier bandera, y esto incluyó de manera destacada a españoles y portugueses, pues estas dos naciones siguieron abasteciendo clandestinamente el comercio atlántico incluso después de firmar tratados abolicionistas. Muchos de los barcos interceptados en la década de 1820–1850 eran españoles de Cuba o portugueses —más tarde brasileños— que navegaban bajo pabellones falsos o aprovechaban vacíos diplomáticos.

Uno de los incidentes más conocidos fue el del Felicidade, un negrero portugués (más tarde operado en red con intereses brasileños). En 1839, el buque británico HMS Buzzard interceptó al Felicidade y a otro negrero asociado, el Echo, ambos dedicados al tráfico ilegal. El Felicidade había abandonado su cargamento de esclavizados en tierra para escapar, pero la investigación británica permitió demostrar su dedicación al comercio ilícito y fue apresado. El episodio fue emblemático porque ponía de manifiesto las estratagemas cada vez más complejas de los negreros —incluida la eliminación de pruebas humanas— y la creciente eficacia de las patrullas británicas para desmontarlas.

Más delicado y polémico fue el caso de la señora Norman. Se trató de un incidente ocurrido en 1841, cuando la esposa de un comerciante británico residente en la costa africana denunció que soldados del reino de Dahomey, uno de los principales estados esclavistas de la región, habían intentado capturarla durante una razia para destinarla al comercio de esclavos. El asunto provocó escándalo en la prensa británica, aumentó la presión política para que la Royal Navy actuara con mayor contundencia e impulsó operaciones más agresivas contra las rutas negreras y contra las estructuras políticas que las sostenían. Para el escuadrón —ya de por sí en una situación peligrosa— supuso autorizaciones más amplias para la intervención y un respaldo político renovado para acciones directas.

Las consecuencias para los negreros fueron un recrudecimiento de las capturas y un endurecimiento de las penas. Para Dahomey, supuso tensiones crecientes con Gran Bretaña, que acabaron debilitando su sistema esclavista: aunque Dahomey continuó la trata durante décadas, la acción naval británica y la presión diplomática contribuyeron progresivamente a socavar su economía basada en las exportaciones humanas. Hubo bombardeos ocasionales de fortalezas costeras y operaciones que desbarataron caravanas, dificultando la captura y transporte de personas esclavizadas.

La flota del ataúd se mantuvo en operación durante más de sesenta años. Finalmente fue disuelta en 1870, cuando el tráfico atlántico de esclavos había disminuido drásticamente y prácticamente había dejado de ser económicamente viable para cualquier potencia. Además, la Royal Navy necesitaba reasignar recursos a otras zonas y a nuevas prioridades imperiales, y el sistema de tratados internacionales, junto con la presión británica y el colapso gradual de los mercados esclavistas, había reducido el comercio a niveles residuales.

Su desaparición marcó el fin de una de las operaciones navales más prolongadas y singulares de la historia: una misión arriesgada, a menudo mortal, pero que logró reducir significativamente el comercio atlántico de esclavos y cambiar para siempre la política internacional respecto a la esclavitud.

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