La historia de las joyas de la Corona austrohúngara es un cruce entre tradición medieval, política dinástica y algunos de los episodios más oscuros del colapso del Imperio. Muchas de estas piezas no eran simples adornos: representaban la legitimidad misma de los Habsburgo, vinculadas a siglos de ceremonias, conquistas y alianzas. Entre ellas destacan dos objetos envueltos en leyendas: el Diamante Florentino y la llamada “Joya del Destino”, expresión que en la historiografía en español suele referirse a la Corona Sagrada de Hungría —la Szent Korona, símbolo del destino y continuidad del Estado húngaro.
El Diamante Florentino
El Florentino era un diamante amarillo de unos 137 quilates, de talla antigua y fama casi mítica. Su origen no está del todo claro: las versiones más difundidas hablan de que perteneció a la casa de los Médici de Florencia. Lo cierto es que entró en la órbita de los Habsburgo cuando Francisco Esteban de Lorena, esposo de María Teresa, heredó buena parte de los bienes de los Médici al extinguirse la familia en 1737. Con el matrimonio, el diamante pasó a formar parte del patrimonio de la nueva dinastía Habsburgo-Lorena.
Durante el Imperio, el Florentino se utilizó ocasionalmente en ceremonias y retratos de la corte, aunque casi siempre permaneció guardado en la tesorería imperial.
Desaparición
Al final de la Primera Guerra Mundial, cuando el emperador Carlos I se vio obligado a abandonar Austria, la familia se llevó consigo algunas joyas personales. El Florentino formaba parte de este pequeño conjunto privado —no de las joyas estatales— y por ello viajó con la emperatriz Zita.
Tras años de exilio y dificultades financieras, la pieza desapareció en torno a 1921–1922, probablemente en Suiza. No existe consenso sobre si fue robada, extraviada o vendida de forma discreta para sostener a la familia. Nunca volvió a aparecer y muchos expertos creen que pudo haber sido recortada y separada en diamantes más pequeños para borrar su identidad.
La “Joya del Destino”: la Corona Sagrada de Hungría
En la tradición húngara, la Szent Korona —la Corona de San Esteban— era más que un símbolo: se consideraba una entidad jurídica propia, depositaria de la soberanía nacional. De allí que a veces se la llame “joya del destino”, porque la identidad política de Hungría se entendía vinculada a ella.
Esta corona no pertenecía en propiedad a los Habsburgo, sino al Reino de Hungría. Los monarcas solo eran considerados legítimos si eran coronados con ella.
Después de la Primera Guerra Mundial
Cuando el Imperio se desintegró en 1918, temiendo su confiscación o destrucción, los guardianes de la corona la escondieron y más tarde la entregaron a las fuerzas estadounidenses para garantizar su protección.
Tras décadas en EE. UU., fue finalmente devuelta a Hungría en 1978. Hoy se conserva en el Parlamento húngaro.
¿Fueron robadas o escondidas las joyas imperiales tras la guerra?
Las joyas estatales de Austria —la Corona Imperial Austríaca, el orbe, el cetro, las insignias del Sacro Imperio— no fueron robadas. El nuevo gobierno republicano las custodió y hoy se exhiben en la Schatzkammer de Viena.
En cambio, algunas joyas privadas de la familia Habsburgo sí se llevaron al exilio. Entre ellas estaba el Florentino, cuya desaparición continúa siendo un misterio alimentado por rumores de venta clandestina y de engaños cometidos contra la familia en sus años más difíciles.
El destino de los últimos Habsburgo
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Carlos I, último emperador, murió en 1922 en Madeira, en la pobreza y todavía defendiendo su derecho al trono.
peo, defensor de la integración continental y parlamentario europeo durante décadas.
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El actual jefe de la casa es Karl von Habsburg (n. 1961), dedicado a la protección del patrimonio cultural en zonas de conflicto, especialmente a través de la organización Blue Shield International. También ha participado ocasionalmente en política en el ámbito europeo.
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Según declaraciones del nieto del último emperador, Carlos I de Habsburgo —a través de su heredero, Karl von Habsburgo-Lorena—, el diamante Florentino nunca fue vendido ni recortado, sino que fue trasladado clandestinamente por la viuda, Zita de Borbón‑Parma. Durante la huida de Europa en la Segunda Guerra Mundial, Zita lo llevó en una maleta —junto a otras joyas familiares— hasta Canadá. ca.news.yahoo.com+2Deutsche Welle+2
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Allí permaneció “escondido” en una caja de seguridad en la provincia de Quebec. La familia lo mantuvo en secreto bajo promesa de revelarlo pasados 100 años de la muerte de Carlos I (fallecido en 1922). Artnet News+2ca.news.yahoo.com+2
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La autenticidad del diamante ha sido certificada por expertos —entre ellos joyeros que fueron corte imperial— a partir del peso, talla, y otras características de la piedra. Artnet News+2Deutsche Welle+2
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La familia Habsburgo ha manifestado su intención de mostrar públicamente el diamante (y otras joyas) en un museo canadiense, como gesto de agradecimiento por el asilo que recibió Zita. ca.news.yahoo.com+2Blessed Karl of Austria+2
En suma: lo que se creía desaparecido misteriosamente —robado, recortado o vendido— era en realidad un secreto familiar cuidadosamente guardado durante un siglo.
🧭 Qué cambia esta revelación respecto a lo que se creía — y qué queda pendiente
Antes del anuncio, las versiones sobre el destino del diamante eran variadas: muchos historiadores y periodistas suponían que había sido robado, vendido clandestinamente o incluso recortado en piedras pequeñas. Wikipedia+2The Independent+2
Con este hallazgo:
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El Diamante Florentino no fue destruido ni vendido —sino preservado por la familia.
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La pérdida no fue culpa de un robo externo, sino parte de una estrategia de seguridad: ocultarlo en Canadá para evitar su confiscación tras el colapso del Imperio.
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El verdadero “misterio” pasa de qué pasó con la piedra, a por qué la familia mantuvo el secreto tanto tiempo, lo que tiene sentido en contexto de persecuciones nazis, exilio y temor a demandas de estados sucesores o republicanos.
Queda aún por aclarar públicamente:
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Si todas las joyas que acompañaban al diamante fueron recuperadas. Algunos informes señalan que no todas. Emol+2Diario de Navarra+2
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Si hay disputas legales: el gobierno austriaco ha insinuado que, si resulta que ciertas piezas pertenecen al Estado —no a la familia—, podrían reclamar su devolución. ca.finance.yahoo.com+1
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Cómo y cuándo será la exhibición pública, y bajo qué condiciones (canadiense, austriaca o mixta).
🎯 Conclusión: tu intuición era correcta
Sí; los medios recientes confirman que el “misterio” del Diamante Florentino ha terminado —no como un robo o un recorte, sino como un secreto familiar que ha durado un siglo.
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Otros miembros de la familia llevan vidas discretas como académicos, empresarios, diplomáticos o vinculados a la gestión cultural. La Casa de Habsburgo ha adoptado un perfil público muy distinto del que tuvo en la época imperial, centrado más en actividades civiles que en pretensiones dinásticas.
✅ Qué es lo que se sabe ahora sobre su hallazgo
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