La relación con su madre divorciada es conflictiva. La madre de Ana (Rosana Pastor) la ve a ella como el reflejo de sus propios fracasos con los hombres y la aleja con frialdad, pese a que madre e hija son conscientes del daño que eso causa. Pero hay problemas que no queremos solucionar, heridas y pozos negros de los que no tenemos la voluntad de huir. Los ratones miran fijamente a las serpientes a los ojos antes de ser devorados.
La vida de Ana transcurre entre automutilaciones, drogas, relaciones sexuales autodestructivas, desprecio y autocompasión - a ratos, escasos ratos- por sí misma, arrebatos de furia contra gente cuya compañía ansía pero con la que no sabe relacionarse, una boda, la de su padre, dolorosa para ella pero a la que se expone, etc...
Nunca sabremos qué parte de responsabilidad en un pasado remoto tuvo este hombre en la situación descarnada de Ana. ¿un maltratador?¿Un abusador sexual?¿Un tipo indiferente ante su hija con mala conciencia en el presente?
La película es una radiografía del transtorno límite de personalidad. El director quiere que veamos hasta el final - si podemos- lo que significa una enfermedad mental que afecta a 2,6 por ciento de la población. La protagoniza una chica porque el porcentaje entre las mujeres frente a los hombres es del 76 %. No esperen una película con un desenlace. No hay esperanza. La noche proseguirá para Ana.
"Respecto a los transtornos mentales, puedo hacer un simil con los transtornos de alimentación. Hay mujeres que sufren lo indecible en silencia y a solas por estar delgadas, pero de éstos, son los casos extremos, los sangrantes, los que recibirán ayuda".
MARIA HEDE, enferma mental y escritora.
https://www.youtube.com/watch?v=rVCDevSugyE
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