miércoles, 18 de febrero de 2015

Juicios carnavalescos.

Según el etnógrafo vasco Julio Caro Baroja la escasez de alimentos propia del invierno fue combatida por nuestros antepasados medievales por medio de mascaradas, en sustitución de las Saturnales romanas, donde se combatía las tensiones sociales propias de la sociedad romana por medio de cierto igualitarismo ritual y provisional.
Don Carnal representaba la vida, la luz y la satisfacción de los instintos vitales, mientras que la Cuaresma representaba la muerte, la oscuridad y el sentido del deber, la abnegación y el sacrificio. Desde el siglo XIII en las zonas rurales españolas ambas fuerzas dejan por unos dias de ser complementarias y se enfrentan.
Si nos trasladamos al País Vasco francés, a la provincia de Soule, nos encontraremos con alegorías bufas en que Doña Cuaresma derrota al Pansart ( "el tripón"). Los vecinos lo someten a un juicio donde se le acusa de glotón, putero y de escandalizar a las doncellas del pueblo, lo que nos muestra la lucha de los impulsos paganas y hedonísticos contra el deber, la seriedad y la virtud cristiana. Nunca es derrotado del todo Don Carnal, así como el espíritu subversivo de los ciudadanos siempre está dispuesto a cuestionar bajo cierto control todo orden impuesto.
En Cantabria asistimos a la corte del Galán y la Madama,con sus ancianas que engendran gatos y la captura y ejecución de un muñeco vestido de oso. El "Oso" suele estar custodiado por el "Amo" o "Zingaro". Ambos personajes estan vestidos con pieles y representan las fuerzas de la naturaleza. Cuando son "castigados" es la civilización quien gana, el orden establecido. Todo vuelve a su cauce habitual.
El Oso suele ser perseguido por los vecinos bajo el cargo de raptar muchachas vírgenes -"mozas"- para satisfacer su lujuria con antorchas. Es el mito de las ménades bacantes, que se emborrachaban y bailaban imitando a los osos en la antigua Grecia.
Otra tradición netamente vasca es la del pelele- chivo expiatorio. Las sociedades rurales son un foco de tensiones. La falta de recursos y  herramientas sociales pueden hacer saltar la chispa etre los vecinos por cualquier nadería. Por eso, como ritual, un pelele - como Miel- Otxin, o Markitos - es acusado de todos los males y frustraciones de los lugareños, juzgado y condenado a la hoguera.
En Zalduondo, el pelele Markitos es mandado a buscar por el Predicador, seguido por sus Ovejas, un rebaño de enmascarados, cubiertos de pieles y cencerros. Es juzgado y quemado en la plaza pública.
Ya en tierras gallegas nos encontramos con el rito más subversivo de los Carnavales españoles. El Sermón del Entroido era una farsa anticlerical donde nada ni nadie se salvaba. El cura, los terratenientes, la Guardia Civil eran ridiculizados, aun a pesar de que en ocasiones estos hubieran vetado estas manifestaciones liberalizadoras del sentir general. Finalmente fueron prohíbidas con el estallido de la Guerra Civil en 1936.

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