Filipo, que el mundo te aclama / rey del infiel tan temido. / Despierta, que por dormido / nadie te teme ni ama; / Despierta, rey, que la fama / por todo el orbe pregona / que es del león tu corona / y tu dormir de lirón (...)/ Mira, el holandés pirata / por ver tu reino sin ley / que pierde el miedo a su rey/ y te roba el oro y plata (...)/ Mira, rey, que ya tenemos / el cordel a la garganta, / y que la opresión es tanta/ que aún quejarnos no podemos; / pero en tan grandes extremos / de extorsión que ns oprime, / lo que más el pueblo gime/ es que te falte el querer/ para usar de tu poder (...) / En Navarra y Aragón/ na hay quien tribute un real; Cataluña y Portugal/ son de la misma opinión; solo Castilla y León / y el noble reino andaluz / llevan a cuestas la cruz, / Católica Majestad, / ten de nosotros piedad (...)
FRANCISCO DE QUEVEDO.
Quevedo escribe estas líneas en el siglo XVII, cuando toda Europa lucha unida contra los Habsburgo, allá donde reinen. El rey es Felipe IV, también conocido como el rey Planeta o El Grande, a instancias de su válido, el Conde Duque Olivares. Quevedo opina que no merece ni uno ni otro de esos calificativos, que Felipe IV es como los pozos, "más grande cuanta más tiera les quitas".
España ya había vivido en 1660, cuando el rey Felipe IV ratifica su derrota contra Francia la pérdida de la hegemonía en la Isla de los Faisanes, siete suspensiones de pagos. España tiene el dudoso honor de ser pionero en la emisión de bonos como respaldo de su deuda soberana.
Felipe II tuvo que declarar la quiebra soberana en tres ocasiones (1557, 1575 y 1597) Cuando fue coronado rey se encontró con que su padre, el emperador Carlos V le había dejado una deuda de unos 20 millones de ducados ( al cambio actual 2500 millones de euros). Al termino de su reinado, en 1598, lo adeudado a las casas de crédito sería cinco veces superior, por lo que tuvo que declarar la suspensión de pagos.
Los banqueros alemanes, genoveses e italianos querían recuperar lo debido así que dilataron el calendario de devolución de la deuda, con un plazo de 80 años. A esta reestructuración se la llamó el Remedio General.
Además la Corona española proporciona a los acreedores juros, una especies de bonos con unos intereses anuales pagaderos del 7 por ciento. Sirvieron como garantía de la devolución de la deuda soberana.
Los campesinos españoles viven agobiados por los impuestos, víctimas de una inflación del 107 por ciento. El anhelo de muchos villanos enriquecidos es ser nombrados hidalgos porque estos están exentos de toda tasa fiscal.
Fernandez de Navarrete, clérigo del siglo XVI, lo explica así: "Los que se hallan con hacienda y caudal para sustentarse en la corte, viendo en la mayor parte de las imposiciones, cargas, pechos, tributos, dacios y gabelas están sobre lo bienes raíces, de que son exentos los juros y censos, se resuelven con facilidad a dejar los grillos de la crianza y labranza, y venirse a gozar descansadamente su hacienda a la corte, donde los que no son nobles aspiran a ennoblecerse y los que lo son, a subir a mayores puestos; por lo cual los lugares particulares se van despoblando".
Felipe II quiere seguir con la política expansionista de su padre, manteniendo a raya a los burgueses protestantes de Flandes y en clara rivalidad con Isabel I de Inglaterra, asi que decide convertir las villas de realengo, que dependen directamente de la Corona, en señoríos. Pero como no quiere un levantamiento nobiliario, despoja de sus propiedades y derechos a la Iglesia.
Otro de los problemas es que la plata y el oro de América se emplea en importar productos manifacturados, ya que España no los produce, lo cual es tan efectivo como si los holandeses en persona estuvieran, de hecho, gestionando las minas de Zacatecas
Si visitásemos Marid en 1635 o 1650, encontraríamos una ciudad en fiesta. Con la excusa de las romerías, los toros o el teatro en los corrales de comedia, apenas algunas personas producían 100 días al año.
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