domingo, 28 de agosto de 2016

La hija del comandante de Auschwitz.

Rudolf Höess está cabreado. Una de las guardianas subalternas, encargada del personal judío de la villa residencial donde vive su familia, ha proporcionado uniformes a rayas de prisionero a sus hijos. Para que jueguen a lo que suponen que sucede detrás de las alambradas. La hija menor, Brigitte Höess, dice que nunca había visto a su padre perder los papeles de ese modo. Y no lo volvería a ver.
El desenlace de la novela EL NIÑO DEL PIJAMA DE RAYAS donde el hijo de un comandante del campo consigue ropas de prisionero judío para averiguar lo que sucede dentro del campo con trágicas consecuencias puede estar inspirado en este incidente, que se saldó con el traslado de la guardiana subalterna. Un final casi feliz.
Hoëss fue comandante de Auswitz entre 1940 y 1943. En los juicios de Nüremberg los jueces aliados le acusaron de organizar el asesinato a escala industrial de tres millones de personas. El interrumpió al magistrado y repuso.: "Solo gaseamos dos millones y medio bajo mi responsabilidad. Los demás murieron de enfermedad, agotamiento o hambre, señor".
Su hija Brigette, ya fallecida de cáncer, recibió a unos periodistas en su casa  dijo: "Leo sobre todas esas cosas horribles y me cuesta asociarlas a mi padre. Él decía que nunca disparó ni azotó a nadie. Que ocupaba un puesto de comandante en el sistema de campos porque si lo hubiese rechazado, toda mi familia hubiese corrido peligro. ¿Sabe que nunca nos levantó la mano?"
En la primavera de 1945, los rusos han llegado a Berlín y los Höess huyen hacia el norte. Rudolf se hace pasar por un granjero. Pero los aliados saben donde está el resto de la familia, y en una acción intimidatoria que les hubiera envidiado la GESTAPO, entrán en casa de los Höess mientras están sentados a la mesa, amenazan con entregar a los rusos al hijo mayor, rompen algunos enseres. Hedwig, la madre entrega a su marido. Será ahorcado en las ruinas de su propio campo en 1947.
La familia tiene que vivir en la más absoluta miseria algunos años, trampeando el hambre en las calles. En 1961 Brigitte está en España trabajando como maniquí ( ahora las llamamos modelos) en la casa de modas de Balenciaga. Más tarde se enomora de un ingeniero estadounidense expatriado. Se casaron en 1961. Viajan por todo el mundo, allá donde reclaman los conocimientos de su marido. Tienen dos hijos. En 1972 se instalan en los Estados Unidos, donde él trabaja como directivo de una empresa de transportes. Ella no habla bien en inglés. Pero encuentra trabajo en una tienda de productos de moda y belleza, donde compran las esposas de los congresistas. Los dueños son un matrimonio judío.
Cuando, a causa de una indiscrección etílica de Brigitte, la identidad del padre de la empleada sale a la luz, la propietaria decide no despedir a la hija del comandante de Auschwitz. En 1944 era una niña, dice. No tenía más poder sobre los acontecimientos ni más responsabilidad que la gente que gaseó su padre, le dice.
Hedwig visitaba regularmente a su hija en los Estados Unidos hasta quemurió en el curso de una de ellas. Otra de las hijas murió de cáncer. También se divorció de su marido.
El único miembro de la familia que ha reconocido su parentesco con el comandante Höess es su sobrino Rainer: "Si supiera dónde está enterrado mi abuelo, iría a mearme en su tumba".

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