El marinero barre la cubierta de vuelo del acorazado Arizona. Acaba de desayunar y ensaya unos pasos de baile con la escoba. Otro fin de semana de guardia, sin poder bajar a tierra. De pronto oye los ruidos de unos motores. Piensa que los pilotos de caza tampoco están disfrutando de la mañana de domingo.
Luego ve que se trata de Zeros japoneses. "¿Qué hacen aquí?", se pregunta el marinero. Da la voz de alarma. Ya es tarde para él. Una ráfaga de ametralladora se lleva por delante la vida de este joven muchacho, ignorante de que es la primera víctima americana del ataque japonés sobre Pearl Harbour y que su barco, del que se sentía tan orgulloso, pronto estará en llamas. Estamos en 7 de diciembre de 1941, en Pearl Harbour. Son la 7:55 P.M. Empieza la Segunda Guerra Mundial para los estadounidenses.
El escritor teve Towmey ha investigado las causas que llevaron a esta catástrofe y ha llegado a la conclusión de que la sangría de vidas desprevenidas de marines, pilotos de caza, civiles con contratos militares con la Marina y otras personas que pasaban por allí fueron perfectamente evitables. Los síntomas de que los japoneses no estaban tramando nada bueno se podían haber detectado.
Pregunto a Towmey cuáles eran esos síntomas.
- Bueno; yo cargo la responsabilidad een Harold Stark, el jefe de operaciones navales en Washington. Su red de espías pudo haberle dicho perfectamente que los empleados de la embajado nipona en Washington estaban quemando documentos. El 6 de diciembre se interceptó un mensaje cifrado informando que un ataque por sorpresa era inminente, pero este no especificaba a quién.
"La verdad es que el aislacionismo y la sensación de que solo los europeos y los chinos, invadidos por Japón en 1937, eran los que podían sufrir daños, hicieron el resto. Los americanos veían la guerra y sus horrores como algo que les sucedería a otros, o a ellos mismos si se empeñaban en viajar a Europa. No esperaban un ataque en Hawai.
"Luego está el hecho de que se miraba a lo que Japón pudiera hacer con su ejército por encima del hombro. En las academias de vuelo se decía que los japoneses eran unos pilotos inferiores. Los instructores aseguraban que los nipones tenían mal sentido del equilibrio porque sus madres los llevaban en un capazo sobre la espalda en lugar de obligarlos a aprender a caminar cuanto antes. Pero los que destruyeron 353 cazas estadounidenses, algunos de los cuales ni siquieran enfilaron las pistas de despegue, eran los mejores de su promoción.
Dicen que para el público estadouidense fue mayor el impacto psicológico que realmente lo que quedó destruido de la Armada.
Los propagandistas publicitaron mucho la destrucción del Arizona y las 2.400 bajas para que los estadounidenses aceptaran entrar en guerra. Las bombas de los bombarderos lanzatorpedos japoneses dañaron 17 o 18 buques de un total de un centenar. Ninguno de los tres portaaviones, los buques que sí deberían haberles preocupado hundir ahora que podían, estaban amarrados en Haway. Uno se encontraba en la costa Este y dos estaban en alta mar.
Uno de estos portaaviones hundió en el verano de 1942 cuatro de los seis portaviones nipones que participaron en el ataque a Pearl Harbour. Otro de los barcos dañados estuvo en el Canal de la Mancha protegiendo el desembarco de las tropas británicas y canadienses durante la Operación Overlord. El Día D.
Comparemos los líderes militares del ataque. Por el lado estadounidense tenemos a Husband Kimmel.
Era un tipo altamente disciplinado, amante de los reglamentos. Usó una táctica defensiva con respecto a un ataque porque era lo único que sus superiores le ermitieron hacer. Él esperaba un ataque o la declaración de guerra por parte de Japón para hacerse valer con sus hombres.
Desgraciadamente a las 7:55 del 7 de diciembre de 1941 estaba jugando al golf con el comandante de la Armada en Oahu.
¿Qué nos cuentas de su rival, Isoruku Yamamoto?
Era un idealista, una especie de samurai que lamentaba haber nacido en el siglo XX. Le gustaba correr riesgos cuando las apuestas eran altas. el decía que si tenía una segunda vida se reencarnaría en un playboy, frecuentador de los casinos.
Él fue el que convenció a sus oficiales que un ataque a Pearl Harbour quitaría a los estadounidenses la idea junto con la posibilidad de intervenir en Filipinas. El riesgo de que algo saliera mál era alto y el premio superior. Solo que el daño no pasó de un rasponazo y los japoneses tomaron de su propia medicina en la batalla de Midway, al año siguiente.
Trailer de la película de Michael Bay PEARL HARBOUR, con Josh Harnett, Ben Afleck y Kate Beckinsale.
https://www.youtube.com/watch?v=lSTHpTsO6ts
Dicen que para el público estadouidense fue mayor el impacto psicológico que realmente lo que quedó destruido de la Armada.
Los propagandistas publicitaron mucho la destrucción del Arizona y las 2.400 bajas para que los estadounidenses aceptaran entrar en guerra. Las bombas de los bombarderos lanzatorpedos japoneses dañaron 17 o 18 buques de un total de un centenar. Ninguno de los tres portaaviones, los buques que sí deberían haberles preocupado hundir ahora que podían, estaban amarrados en Haway. Uno se encontraba en la costa Este y dos estaban en alta mar.
Uno de estos portaaviones hundió en el verano de 1942 cuatro de los seis portaviones nipones que participaron en el ataque a Pearl Harbour. Otro de los barcos dañados estuvo en el Canal de la Mancha protegiendo el desembarco de las tropas británicas y canadienses durante la Operación Overlord. El Día D.
Comparemos los líderes militares del ataque. Por el lado estadounidense tenemos a Husband Kimmel.
Era un tipo altamente disciplinado, amante de los reglamentos. Usó una táctica defensiva con respecto a un ataque porque era lo único que sus superiores le ermitieron hacer. Él esperaba un ataque o la declaración de guerra por parte de Japón para hacerse valer con sus hombres.
Desgraciadamente a las 7:55 del 7 de diciembre de 1941 estaba jugando al golf con el comandante de la Armada en Oahu.
¿Qué nos cuentas de su rival, Isoruku Yamamoto?
Era un idealista, una especie de samurai que lamentaba haber nacido en el siglo XX. Le gustaba correr riesgos cuando las apuestas eran altas. el decía que si tenía una segunda vida se reencarnaría en un playboy, frecuentador de los casinos.
Él fue el que convenció a sus oficiales que un ataque a Pearl Harbour quitaría a los estadounidenses la idea junto con la posibilidad de intervenir en Filipinas. El riesgo de que algo saliera mál era alto y el premio superior. Solo que el daño no pasó de un rasponazo y los japoneses tomaron de su propia medicina en la batalla de Midway, al año siguiente.
Trailer de la película de Michael Bay PEARL HARBOUR, con Josh Harnett, Ben Afleck y Kate Beckinsale.
https://www.youtube.com/watch?v=lSTHpTsO6ts
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