martes, 2 de octubre de 2018

REBELDE ENTRE EL CENTENO (2018)

J.D. Salinger, como escritor, fue un misterio envuelto en un enigma. Solo publicó a regañadientes una novela, EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO, en 1961. Escribió mucho, y de gran calidad, pero no publicó casi nada. Y cuando EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO se convirtió en la gran novela americana de la década de los 60, se negó a aparecer en público o a promocionarla.

La novela cuenta el deambular por Nueva York de Holden Caulfield, un adolescente de 16 años, expulsado de su último internado. Está confuso sobre qué papel tiene que ocupar ahora que ya no es un niño y no quiere luchar por integrarse en el mundo de los adultos. Adora a los niños, sobre todo a su hermana pequeña Phoebe, pero mira por encima del hombro a los adultos, como si hubiesen perdido algo demasiado valioso.

Su rebeldía desdeñosa, su temor y negativa a participar en algo que signifique marchar hacia la vida adulta - como el sexo con la prostituta de un hotel de mala muerte-, sus sueños fantasiosos e infantiles, marcan la novela. Es una novela sobre no desaparecer como niño y Holden Caulfield lo logra, al menos por un tiempo.

Pero volvamos a la película, que es de lo que quiero hablar en realidad. J.D. Salinger fue soldado de infantería en la invasión aliada de Europa, con desembarco en la Playa Utah, luchas por tomar Saint Lo y combates en las Ardenas incluídos. Volvió traumatizado de Europa. El hecho de haber sobrevivido cuando otros que consideraba más aptos no lo hicieron lo llenaba de vergüenza. La guerra contra los alemanes era su manera de ingresar en el mundo de los adultos, su prueba iniciática, y dolía.

Más tarde, en la Universidad, conocería a su mentor artístico, Witt Burnett ( interpretado por el defenestrado Kevin Spacey), que le ayudaría a publicar pequeños relatos en los mismos fanzines literarios donde se habían dado a conocer hombres como Truman Capote. Allí habló de su aventura amorosa durante un viaje por el este de Europa de antes de la Segunda Guerra Mundial con la hija de sus anfitriones judíos. La familia no sobreviviría al Holocausto, por lo que solo queda de ellos este relato. Ahora son tan inmortales como la memoria de los hombres.

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