Durante el verano de 2014 Morgan Geyser y Anissa Geier, de 12 años, apuñalaron como ofrenda al monstruito de Internet Slenderman a Peyton Leutner, una compañera de clase, tras una fiesta de pijamas. No la mataron pero la dejaron malherida tras 19 puñaladas y traumatizada para el resto de su vida. Salió como pudo del bosque y fue un ciclista que pasaba por allí el que llamó a la Policía.
Las aspirantes a asesinas, Morgan y Anissa, habían leído en Creepypasta Wiki relatos espeluznantes protagonizados por Slenderman, un monstruo que viste traje negro y atrapa a niños encautos con sus largos brazos, que en realidad son tentáculos.
Creo que los padres deberían interesarse por lo que los niños leen cuando están en Internet. No es por asustar. Es simplemente como una forma de prevención, sobre todo porque a algunos niños les cuesta distinguir la fantasía de la realidad. Otro problema es que los padres tienen problemas para salir de su zona de confort y visitar páginas que están fuera de sus intereses, o simplemente aprender a manejar un ordenador, si son de la edad de mis padres.
Morgan y Anissa han sido condenadas a 25 años de estancia en un centro psiquiatrico. Se las juzgó como a adultas porque solo de esta manera podría tutelarlas el Estado en lugar de sus padres, que no tienen la formación ni las herramientas para controlarlas.
El incidente nos lleva al interés de como la sociedad del siglo XXI e Internet son capaces de crear mitos y difundirlos. Slenderman es de ficción. Los que escriben los cuentos de terror de Creepypasta lo saben, pero aún así, muchos niños y adolescentes creen que es real, que les acecha. Esto podemos unirlo al mito de los extraterrestres, que se ha ido enriqueciendo con el tiempo y con la ayuda del cine o el de la chica de la curva, que es del siglo XX.
La capacidad del hombre de crear mitos sigue vive pese al exceso de tecnología. Y en ocasiones este exceso de tecnología rubrica el mito.
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