miércoles, 27 de junio de 2012

Qadesh, la batalla de los tres príncipes guerreros.

Es difícil determinar quién ganó la controvertida batalla de Qadesh. Por un lado podemos citar al rey Muwattalis de Hatti, quien consiguió evitar la invasión de su territorio y que las ricas mercancían de Amorru no llegaran a manos egipcias. Ramsés II, el más grande faraón de Egipto, logró conservar la vida y ganó el combate, pero con gran número de bajas, tanto a manos de los soldados hititas como en los castigos posteriores.
El objetivo de la batalla fue apoderarse de la ciudad estratégica de Qadesh, que era la encrucijada donde las mercancías de Amurru podían ser trasladadas al norte. Cuatro divisiones egipcias fueron enviadas al lugar por cuatro caminos diferentes. En la época de la que hablamos nadie usaba carros de bagajes, y las tropas debían forrajear sobre el terreno.
El primer incidente tuvo lugar durante el cruce del río Orontes. En esta época no hay constancia de que se aprobaran los ataques por sorpresa. Coincidieron con pocos minutos de diferencia en las dos orillas del río Una división de carros hitita y un cuerpo expedicionario de infantería egipcio. Las bajas se produjeron cuando ambos intentaron cruzar por el mismo vado.
Los guardias de Ramsés capturaron dos espías beduínos. Interrogados bajo tortura - imprescindible lo de hacer daño al prójimo para saber determinar la verdad - dijeron que el grueso de las tropas hititas estaban a tres días de marcha. Ramsés se tranquilizó. El problema es que los espías capturados habían mentido y Mutawallis y sus chicos ya habían elegido campo de batalla en una posición favorable.
El campamento egipcio fue atacado con gran número de bajas por los hititas y sólo fue una carga desesperada de Ramsés - embellecida por el poema épico del Pentaur- lo que decidió a su favor el combate.
Los soldados de infantería hitita estaban ocupados saqueando el campamento egipcio cuando llegó otra división egipcia y quedaron atrapados entre las fuerzas de refresco y los soldados de infantería egipcios que resistían.
La consecuencia de todo este ajetreo fue un tratado, el primero del que se tiene constancia, y la llegada al campo de batalla en enfrentamientos posteriores de las armas de bronce.

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