domingo, 19 de febrero de 2017

Historia del canibalismo.

Hannibal Lecter es el villano más paradigmático, más inquietante de finales del siglo XX. Es un asesino en serie, pero a diferencia de otros de su especie, lo que hace lo hace con fines puramente gastronómicos. "Una vez vino un tipo del Censo. Me comí su hígado regado de una buena copa de Chianti", le dice a una investigadora del FBI, Clarice Starling, que le pide ayuda para coger a otro asesino en serie causante de tanta alarma social como él. Para saludarla e intimidarla, Leceter sorbe como si estuviera chupando el tuétano de un hueso de vaca.
Por suerte este antropófago es de ficción. Solo sale en el filme EL SILENCIO DE LOS CORDEROS (1991). Lo llamamos antropófago porque mata personalmente a las personas que se come. Pero el zoólogo Bill Schutt ha publicado un libro sobre los animales y las personas que comen a sus congéneres muertos. Se llama CANIBALISMO: UNA HISTORIA PERFECTAMENTE NATURAL.

Afirma: EL CANIBALISMO TIENE UN SENTIDO PERFECTAMENTE EVOLUTIVO. Explicámelo, Bill.

El público sabe que lo practican las arañas y las mantis religiosas. El cadáver del macho aporta nutrientes para el desarrollo de los huevos que la hembra no puede conseguir de otra manera.
Pero es que también las ranas lo hacen. Una espececie del Sudoeste de los Estados Unidos pone sus huevos en charcas temporales. Si el renacuajo no desarrolla patas y pulmones antes de que la charca se seque, muere. Así que esta especie desarrolla músculos potentes en las mandíbulas, así como dentaduras y se come las ranas menos desarrolladas, por lo que se acelera su propio desarrollo y puede salir de la charca antes que los renacuajos herbíboros.

A todos nos aterrorizan las historias de caníbales. ¿A qué viene este tabú?

Lo tenemos en los mitos griegos. Homero y Hesiodo nos cuentan que Saturno no merece ser el rey de los dioses porque se come a sus propios hijos. Todo termina cuando su esposa Gea le entrega una piedra en lugar de su hijo Zeus. El joven dios es educado en secreto con la misión de destronar a su padre en compañía de otros hermanos salvados de la gula de Saturno con la misma treta. Al final hay una guerra entre dioses jóvenes y dioses viejos.
También tenemos el mito del castigo por parte de los dioses al rey Lícaón. Los dioses decidieron vivitar a este rey. Licaón era tan servil que les ofreció un plato cocinado con la carne de su propio hijo. Los dioses reconocieron el sabor del extraño plato y decisieron castigar al rey Lica´ñon corvitiéndole an algo parecido al hombre lobo que todos conocemos.

Dices que las historias de canibalismo sin confirmar fueron el motor de la conquista del Nuevo Mundo.

Pertrechar una carabela y equipar a unos colonos es muy caro y a principios del siglo XVI solo se entiende la ganancia económica a corto plazo. Durante el primer viaje de Colón se esperan encontrar telas y especias, aparte del oro, por lo que los nativos taínos son presentados como amistosos.
Isabel La Católica ha mamado los mitos griegos en su educación, por lo que le pide a Colón que castigue con la esclavitud a los nativos caníbales. Durante el segundo viaje los colonos comprueban que no son suficientes para explotar las islas del Caribe. Además, casi todo el oro de las Antillas ya está en España, así que conviene presentar a los taínos como peligrosos antropófagos a los que hay que esclavizar. Lo lamento, pero así se escribe la Historia.

Pero en China no hay ese tabú por comerse a las personas.

Por ser un canibal, no, pero sí por ser un antropófago. Durante el Gran Salto Adelante, muchas expotaciones latifundistas fueron colectivizadas. Pero para hacer productivas unas tierras hacen falta algo más que doctrinas políticas, así que se desató una gran hambruna. Los padres se comían a sus hijos pequeños, para evitarse una boca que comía pero no trabajaba.
En la época de los emperadores tenemos textos que explican que el Hijo del Cielo y sus cortesanos consumían partes del cuerpo humano en suntuosos banquetes.

Hablanos de la controversia en torno a la Caravana de Donner de 1847.

Era un grupo de emigrantes que iban en sus carromatos al Oeste, cuando se quedaron atrapados en Sierra Nevada. Donner dividió el grupo en dos campamentos separados por 7 millas, pero cuando la carne de los bueyes de tiro y las provisiones se acabaron, recurrieron al canubalismo. Donner quería tomar un atajo por un camino que no conocía, el invierno llegó antes de lo esperado y con más crudeza.
En cuanto a si la historia es cierta o no, lo cierto es que las historias de canibalismo las contaron los escasos supervivientes y los miembros del grupo de rescate. Y no tenían necesidad de inventarse una historia tan truculenta.
Los investigadores de 2010 no disponemos de huesos ni de evidencias arqueológicas, pero aquellos investigadores con los que pasé un verano en Sierra Nevada, no tenían dudas al respecto. Los muertos de la Caravana de Donner fueron a parar a los estómagos.

Pero comer carne humana puede hacer que enfermemos, ¿verdad?

Si hay dos enfermedades neuronales degenerativas asociadas al consumo de nervios con priones: el kuru y la enfermedad de las vacas locas.
La enfermedad de las vacas locas o encefalopatía espongiforme está causada por el consumo de la leche de las vasas infactadas. Estas vacas consumían pienson industriales confeccionados con los cadáveres de otras vacas. La pandemía que causó en los años 80 llevó al boicot en Estados Unidos de las importaciones de carne de vacuno inglesa.
El kuru solo afecta a unos caníbales de tipo religioso como la etnia Fore. Esta afección es muy parecida en sus síntomas al mal de las vacas locas. Los niños y las mujeres Fore preparan los cuerpos para ser devorados y reciben partes sensibles como compensación como los sesos. Cuando los médicos y los antropólogos investagaron la enfermedad, los chamanes decidieron que la carne humana era tabú y el goteo de muertes a causa de una pandemia de kuru cesó.

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