martes, 28 de marzo de 2017

El Partenón.

Si queremos ver los frisos de tema mitológico que adornaban el Partenón durante el siglo V a de C, no tendremos que ir a Grecia, sino a Londres. Desde 1817, el Museo Británico exhibe, "de forma gratuita", como destaca su página web, los mármoles que en 1816 Thomas Bruce, aristócrata y diplomático, más conocido por su título de Lord Elgin, adquirió por 35.000 libras. Elgin había solicitado la cantidad de 43.600 libras para adquirir piezas arqueológicas, una cantidad con la que, lejos de lucrarse, cubría los gastos. Pero agobiado por las deudas y los regateos con los funcionarios otomanos, aceptó el sobrecoste. El Parlamento autorizó la compra, y los otomanos no querían retener los mármoles. A todas luces, fue una transacción legal.
Elgin había zarpado en 1799 para ocupar el cargo de embajador en Stambul, ante la corte de Selim III. Las grandes ganas de Elgin de fomentar la cultura grecolatina en Gran Bretaña le llevaron a reunir a un grupo de artistas eminentes bajo dla dirección de Givanni Battista Lusieri y a enviarlos a Atenas para que hicieran moldes de yeso de los relieves y tomaran medidas de los edificios.
Uno de los bocetos de Lusieri, conservado en la Galeria Nacional de Escocia, muestra el estado de abandono del Partenón, con un montón de escombros en el suelo.
Durante el verano de 1800, Elgin mandó a los artistas a Atenas, mientras él y su esposa atendían a sus compromisos políticos en Constantinopla. En 1800, el Partenón solo conservaba la mitad de los relieves originales de Fidias.
El antiguo templo había sido una iglesia durante el periodo bizantino, una mezquita durante el periodo otomano. El Erecteión albergó entre sus muros decorados con cariátides un harén. Parte del Partenón mismo había sido volado por una nave de guerra en 1687 cuando la República de Venecia atacó Atenas. Los soldados turcos usaron parte de las decoraciones del edificio para hacer cal.
Ya en 1784 el arqueólogo francés Sebastién Fauvel rescató un gran friso exterior que representa a seis ergastinas, las niñas de familia noble que tejían cada cierto tiempo un peplo para la estatua de la diosa Atenea. La pieza fue adquirido por el entonces embajador francés en Turquía, el conde Choiseul-Gouffier. Ahora el friso se exhibe en el Louvre.
Los trabajos de salvamento de las decoraciones fueron puestos en peligro por el disdar, el gobernador militar de Atenas, que temía un ataque de la flota francesa. Al fin y al cabo había un cuartel militar cerca. Pero en 1799, la flote de Nelson hace trizas la de Villeneuve en la rada de Abukir y pone fin a los intereses franceses en la región. El sultán Selim III escribe un firman donde da carta blanca a los hombres de Elgin para llevarse de Grecia lo que quieran en julio de 1801. Entre 1801  y 1805, los agentes de Elgin retiraron cerca de la mitad estatuas que aún permanecían en el Partenón, así como fragmentos del Propileo y el Erecteion. Uno de los barcos con piezas arqueológicas de lord Elgin se hundió frente a la isla griega de Citeraen 1802. El cargamento de mármoles fue recuperado en 1805, pero en otro naufragio en 1828 se perdieron para siempre muchas de las acuarelas de Lusieri.

El Partenón fue ordenado levantar por Pericles, el estadista griego, para conmemorar las derrotas persas durante la invasión de Grecia del año 480 a de C. Los persas habían ocupado Atenas, abandonada por los civiles, y habían prendido fuego al templo anterior. Como líder de la Liga de Delos, Pericles podía ordenar la construcción de uno nuevo en sustitución del anterior.
El majestuoso templo consagrado a Atenea se levantó entre 447 y 438 a de C, aunque su decoración llevó seis años más.
El Partenón era un templo períptero ( rodeado de columnas) de planta rectángular, con 8 columnas a lo ancho y 17 a lo largo, 46 en total. Estilo dórico. Los arquitectos fueron Ictino y Calícrates, y el escultor Fidias se ocupó de parte de la decoración, aunque no sabemos de qué parte. Fidias levantó delante del templo una enorme estatua de Atenea, armada con lanza y escudo. Estaba hecha de oro y márfil. Los detractores de Pericles - y tenía muchos- dijeron que Fidias había robado parte del oro de la estatua, con lo que obligaron al estadista a proponer al escultor ante la Asamblea para el ostracismo, un destierro de varios años.

Las ruinas son tan evocadoras en Piccadilly como lo fueron en el Partenón; pero el Partenón y su roca lo son menos sin ellas.

LORD BYRON, poeta (1788-1824)

¿Qué podemos responder al visitante de ese país ( Grecia), privado de tan rico disfrute? Pequeño consuelo tendrá al saber que en Inglaterra hallará las esculturas perdidas del Partenón?

hUGH W. Williams, pintor (1773-1829)

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