Cien mil bombas aliadas todavía sin explotar en Alemania. Solo en la ciudad de Berlín se han encontrado 7000 y hay otras 3000 sin localizar. Hasta ahora se han desactivado sin incidentes muy graves, pero los expertos avisan: se están pudriendo y ese arsenal dormido se puede descontrolar.
En España das un pisotón en el suelo y puedes encontrar un yacimiento arqueológico. Los albañiles alemanes están acostumbrado a encontrar bombas "dormidas" de la Segunda Guerra Mundial. Cuando encuentran una la Policía acordona la zona, se llama a las empresas privadas de artificieros si los públicos están ocupados, se desactiva... y vuelta a la normalidad. Cada año se neutralizan 2000 toneladas de bombas aéreas dejadas por los bombarderos británicos y americanos, además de las minas anti tanque, las granadas de mano, obuses y piezas de la artillería rusa. Cada semana hay que evacuar un barrio, cortar las carreteras y esperar a que los artificieros se lleven una delicada y peligrosísima criatura de 900 kilos para detonarla en un lugar preparado para ello.
Unos albañiles encontraron una bomba de media tonelada durante los trabajos de cimentación de un edificio en Gotinga, en la Baja Sajonia. El artefacto estaba a 7 metros de profundidad. 7.000 personas fueron evacuadas. Era una bomba estadounidense equipada con la característica espoleta de retarde. La Policía todavía estaba colocando las bandas de NO PASAR cuando la bomba estalló, matando a tres artificieros e hiriendo a otras seis personas.
En Berlín se descubre otra bomba de 700 kilos en las alcantarillas de Zenlendorf. 9000 personas son evacuadas. Es el mismo modelo de espoleta...pero esta vez las cosas salen bien y nadie muere dirante la desactivación. Aunque los artificieros privados pensaron en varias ocasiones que ya no lo contaban.
Las espoletas de estas bombas aéreas consiste en un muelle que salta liberando una carga eléctrica que hace explotar el explosivo. El muelle suele estar retenido por una endeble película de celuloide. Este celuloide se deteriora con la humedad y los cambios de temperatura, lo que hace estas bombas, procedentes de los bombarderos americanos Liberator B-29 muy peligrosas y impredecibles.
Los artificieros privados calculan que quedan en el subsuelo unas 100.000 bomas aliadas. Suman entre 90.000 y 280.000 toneladas. El celuloide de los detonadores se está pudriendo pero los fisibles son más resistentes: de latón, los ingleses, y de aleación de aluminio, los estadounidenses. Siguen funcionando y lo seguirán haciendo durante décadas.
"Los tiempos en que podemos desactivar estas bombas y manipularlas con ciertas garantías se están terminando. Nos quedan apenas unos años más. Pronto empezarán a explotar incluso antes de que las localicemos", me explica Andreas Hell, un desactivador privado de las muchas empresas que se juegan la vida de sus empleados y las propiedades de los vecinos cuando trabajan.
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