Madrid, 4 de marzo de 1606. Tras llevar la capital a Valladolid en 1601, el válido Lerma la devuelve a Madrid.
El duque de Lerma, todopoderoso y corruptísimo válido de Felipe III de Habsburgo trasladó la Corte desde Madrid a Valladolid en 1601. Los nobles que tenían cargos dentro de ella vendieron las propiedades, cosa que aprovechó el válido para comprarlas a bajo precio mientras estuvo en la ciudad pucelana. Cuando trasladó la Corte de nuevo a la Villa de Madrid, revendió las propiedades imobiliarias a los mismos nobles que se las habían malvendido a precios más altos. Desde luego, no son Mario Conde ni Iñaki Urdangarín los que inventaron la cultura del "pelotazo".
Hasta el reinado de Felipe II, la Corte había sido itinerante y se trasladaba allá donde la presencia del monarca fuera necesaria. Carlos I fue un monarca "on the road" porque no permanecía muchas semanas en un mismo lugar, y además era emperador del Sacro Imperio Germánico. ¿Os imagínais una hilera de carruajes con todos los archivos reales, los funcionarios, la servidumbre, los pisaverdes, etc...? Efectivamente; Carlos I de Habsburgo "on the road".
Felipe II recibe en Bruselas la Corona de su padre enfermo en 1554, pero no vuelve de inmediato a España. Interviene en una guerra contra Francia y trata de anexionar al Imperio español la Corona de Inglaterra mediante su matrimonio con María I Tudor. En 1556 vuelve a España y ordena que acondicionen el Real Alcázar de Madrid, ya con intención de instalarse en esa villa de importancia secundaria hasta el momento. Ya es un monarca de la segunda mitad del siglo XVI, alejado de los ideales renacentistas, pero aún no integrados en los del Barroco. Solo saldría de Madrid para supervisar la invasión de Portugal, tras la muerte de Don Sebastián.
Se dice que Felipe II elegió Madrid como capital estable por la calidad de las aguas del Manzanares, aunque la famosa agua de Lozoya no llegó a Madrid hasta el siglo XIX. La villa de Madrid correspondía con el centro geográfico de España. El aire de la sierra de Guadarrama la hacía saluble, y tenía un buen sistema de conducciones para el agua, legado de la Magerit árabe. También estaba rodeada da áreas boscosas llenas de animales, razón por la que un rey del Renacimiento la eligiría como capital, ya que permitía dedicarse a la caza en El Pardo.
En el momento de convertirse en la capital de España en 1561 era una villa de 20.000 parroquianos. Había sido fundada por los árabes en el siglo IX, no como una ciudad aúlica, sino como una atalaya fronteriza desde la que se podían frenar las posibles invasiones de los mesnaderos cristianos desde la Sierra de Guadarrama.
La fortaleza fue reconquistada por Alfonso VI en el siglo XI y repoblada con cristianos. La población morisca se agrupó en el Barrio de Las Vistillas. Durante el siglo XIII las tropas navarras acamparon cerca de la entonces llamada Magerit. El propio Alfonso VIII de Castilla acudió al lugar para comprobar la veracidad de la presencia del cuerpo incorrupto del santo local, San Isidro el Labrador, poco antes de la batalla de las Navas de Tolosa, que supuso el fin de la hegemonia musulmana en España.
Durante la Baja Edad Media Madrid fue el escenario de varias Cortes, durante las que se aposentaron en la Villa Alfonso IX y Fernando IV, pasando por los Reyes Católicos y el emperador Carlos V. En Madrid nacieron las hermanas de Felipe II, las infantas María y Juana
Felipe II, como decíamos, no es un rey integrado en el incipiente Barroco, por lo que traslada la corte, pero ya no abandona los alrededores de Madrid. Lo mismo despacha desde Aranjuez que desde el monasterio de El Escorial. Los nobles, por tanto, no sienten, al verse alejados de todo, la necesidad de construir palacios y levantar unos edificios majestuosos para la Administración como los que hay en Sevilla o en Roma.
De hecho, cuando el de Lerma le dice a Felipe II que Valladolid es una capital más adecuada todos los aristócratas malvenden sus propiedades, y la población, que en 1600, era de 40.000 personas, pasa a ser de 23.000 en 1602.
Se dice que Felipe II elegió Madrid como capital estable por la calidad de las aguas del Manzanares, aunque la famosa agua de Lozoya no llegó a Madrid hasta el siglo XIX. La villa de Madrid correspondía con el centro geográfico de España. El aire de la sierra de Guadarrama la hacía saluble, y tenía un buen sistema de conducciones para el agua, legado de la Magerit árabe. También estaba rodeada da áreas boscosas llenas de animales, razón por la que un rey del Renacimiento la eligiría como capital, ya que permitía dedicarse a la caza en El Pardo.
En el momento de convertirse en la capital de España en 1561 era una villa de 20.000 parroquianos. Había sido fundada por los árabes en el siglo IX, no como una ciudad aúlica, sino como una atalaya fronteriza desde la que se podían frenar las posibles invasiones de los mesnaderos cristianos desde la Sierra de Guadarrama.
La fortaleza fue reconquistada por Alfonso VI en el siglo XI y repoblada con cristianos. La población morisca se agrupó en el Barrio de Las Vistillas. Durante el siglo XIII las tropas navarras acamparon cerca de la entonces llamada Magerit. El propio Alfonso VIII de Castilla acudió al lugar para comprobar la veracidad de la presencia del cuerpo incorrupto del santo local, San Isidro el Labrador, poco antes de la batalla de las Navas de Tolosa, que supuso el fin de la hegemonia musulmana en España.
Durante la Baja Edad Media Madrid fue el escenario de varias Cortes, durante las que se aposentaron en la Villa Alfonso IX y Fernando IV, pasando por los Reyes Católicos y el emperador Carlos V. En Madrid nacieron las hermanas de Felipe II, las infantas María y Juana
Felipe II, como decíamos, no es un rey integrado en el incipiente Barroco, por lo que traslada la corte, pero ya no abandona los alrededores de Madrid. Lo mismo despacha desde Aranjuez que desde el monasterio de El Escorial. Los nobles, por tanto, no sienten, al verse alejados de todo, la necesidad de construir palacios y levantar unos edificios majestuosos para la Administración como los que hay en Sevilla o en Roma.
De hecho, cuando el de Lerma le dice a Felipe II que Valladolid es una capital más adecuada todos los aristócratas malvenden sus propiedades, y la población, que en 1600, era de 40.000 personas, pasa a ser de 23.000 en 1602.
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