viernes, 22 de septiembre de 2017

Vladimir Putin.

Cuando el 16 de noviembre de 1999 los diputados de la Duma - el Parlamento de la Federación Rusa- se reunieron para cofirmar en su cargo al nuevo primer ministro, procedente del mundo del espionaje, nadie esperaba que conservara su puesto. Putin era la 16ª persona que ocupaba el cargo tras la dimisión de Boris Yeltsin.

Rusia estaba al borde del colapso económico. El bloguero tiene una revista de este periodo en que una vendedora ambulante rusa se queja de que tiene que cruzar en un transbordador el río Amur todos los días para comprar !vodka! a los mayoristas chinos. Los funcionarios no reciben sus sueldos, las leyes son un anacronismo de la época de los soviets y una clase media aparecía con timidez, aunque con pesimismo ante sus escasas oportunidades de desarrollarse como tal.

Yeltsin, un alcoholizado primer ministro, había cedido el poder a los oligarcas, que como los antiguos patricios romanos, se repartían el pastel de las finanzas, la industria y los medios de comunicación. Lo primero que pretende Putin es devolver el orgullo a los rusos y quitarles el poder a esos oligarcas, aunque los métodos sean lo menos ortodoxos posible.

Brillante estudiante de Derecho, al terminar la Universidad fue reclutado por el KGB y enviado como agente de contraespionaje a Dresde, en la RDA. Era 1975. En 1983 se casa con Liudmila Shkrébneva, una maestra, con la que tendría dos hijas, María y Yekaterina. Cuando se divorciaron, Putin ordenó que no se filtrara información a la prensa sobre las causas de la ruptura sentimental. Apenas apareció el tema en los medios.

Tras la caída de la Unión Soviética en 1991 es protegido por Anatoly Sobchak, presidente de la Diputación de Leningrado. Cuando Sobchak es nombrado alcalde de San Petersburgo ( la antigua Leningrado) allá está Putin para hacer el papel de vicealcalde y mano derecha. Otro de los mentores de Putin fue Anatoli Chubais, padre de las privatizaciones rusas, que lo lanza hacia la política de Moscú. En 1998 es nombrado director del FSB, los nuevos servicios de Inteligencia de la Federación Rusa. En marzo de 1999 ya es director del consejo de Seguridad Nacional, y para agosto ya es el jefe de Estado.

El pueblo ruso es muy variado étnicamente así que para crear una ilusión que los mantuviera unidos, Putin organizó la segunda campaña militar en Chechenia tras el asalto de yihadistas chechenos al Teatro Dubrovka de Moscú. Este asalto se saldó con la muerte de todos los asaltantes así como de la mayoría de los rehenes. En Chechenia, en lugar de cometer los errores de la primera campaña, y enviar directamente la infantería contra Grozni, la capital, debilitó a los rebeldes chechenos mediante bombardeos. Fue una victoria, a pesar de las olas de refugiados que la campaña produjo, y las denuncias de varias ONG de violaciones de los derechos humanos. Como decía en los periódicos occidentales un soldado ruso: "Si un hombre nos dispara ejecutamos a diez. Si nos cae un proyectil desde una aldea, nos aseguramos que no quede piedra sobre piedra de ella". Pero al final, el territorio de la Federación Rusa estaba intacto en 2009. Aunque los terroristas chechenos asaltaron una escuela en Beslán, cerca de la frontera con Chechenia, que se saldo con la muerte de todos los asaltantes y demasiados niños como para pasarlo por alto.

Putin, al igual que hacía el zar Pedro I en Grande, cultiva una imagen de deportista, casi de mujik superhormonado. Juega al tenis. Practica judo, del que es cinturón negro. De hecho, ha publicado una guía para adolescentes sobre este deporte. Cabalga a caballo con el torso desnudo. Se rumorea que ha presumido de cazar tigres desde un helicóptero. Pedro I el Grande actuaba en  las obras de San Petersburgo como dentista y talaba él mismo árboles de tronco grueso delante de un público de mujiks que le daban gritos de apoyo. ¿Ven el parecido?

También como Iván el Terrible y Catalina la Grande ha tratado de ampliar su influencia hacia Ucrania intentando obtener una salida al mar Negro, arrebatada por la fragmentación producida tras la caída de la Unión Sovietica de 1991. Lo logró tras recuperar Crimea y asegurarse los derechos de atraque de su flota militar en el puerto de Sebastopol.

Como dirigente también ha perseguido a los opositores y a las personas diferentes, así como a los oligarcas que tratan de escaquearse a su control, como Jodorkovski. Encarceló a las Pussy Riots, un grupo de rock femenino de tendencia punkie, porque cantaban canciones críticas contra su forma de gobernar. Los homosexuales también son perseguidos. Aunque sus antepasados zaristas también trataron de cohexionar a su pueblo con los prógromos contra los judíos a finales del siglo XIX.

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