lunes, 15 de enero de 2018

LA PESTE, la serie de televisión sobre la Sevilla del Siglo de Oro.

1587. Si alguien desea ser otra persona ese es Mateo Núñez, un hombre culto de 30 años caído en desgracia por una denuncia de la Inquisición. Tras 10 años de vida de prófugo, recibe el encargo de localizar y hacerse cargo de Valeriano Larrea, el hijo bastardo de su amigo Germán, muerto en extrañas circunstancias.

Eso significa regresar a Sevilla, donde los primeros coletazos de una epidemia de peste se empiezan a ver, y aceptar otro encargo de un inquisidor, el padre Celso de Guevara. Debe investigar la ejecución de un mercader de azogue, una valiosa substancia para purificar la plata, en una trama donde se mezclan los protestantes clandestinos, los esclavos y libertos negros - que tienen hasta sus propias cofradías religiosas en Sevilla- y un especulador de trigo, Luís de Zúñiga.

Esta película tiene patinazos como en hecho de que se usa anacrónicamente el sistema decimal, el hecho de que no haya un solo día de luz por lo que más que una ciudad pujante del sur de España parece más bien el Londres isabelino o la Amberes de 1600, o el hecho de que la epidemia que de veras acabó con Sevilla como capital y puerta de entrada del oro de las Américas fue la de 1649, con un cómputo de 1500 muertos diarios.

Asuntos como la rivalidad entre Cádiz y Sevilla como receptoras de las flotas de la carrera de Indias está bien reflejado, así como la aparición de  los especuladores en contraposición con la nobleza y los cristianos viejos. Pero como estamos en España el villano es un usurero. Los valores del dinero contra los valores del Antiguo Régimen.

La imagen de la carreta de muertos sobrecargada que se abandona por los cocheros a la carrera en cuanto no puede pasar a través de una callejuela es ajustada a lo que debió ser la peste en cada uno de sus dos ataques a la población sevillana. Los directores de la serie querían mostrar a Sevilla - fracasan- en el momento álgido del Siglo de Oro, pero fue el ataque de 1649, que redujo su población a la mitad lo que acabó con ella como capital comercial. En 1717, la Casa de Contratación y las instalaciones de la Armada se trasladan a Cádiz.

También hay una escena en el siglo XVII donde se nos explica que las prostitutas del Compás estaban protegidas por la Iglesia y recibían visitas de un cirujano del Cabildo cada dos meses. Eran huérfanas de más de 12 años. Desde luego, en el año 2018, las meretrices no tienen tanta protección como en 1587.

PARA VER:
https://www.youtube.com/watch?v=JRl6Dy7I8SA 

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