domingo, 6 de mayo de 2018

Las mujeres en la sociedad celta.

El pueblo celta consideraba a la mujer como una diosa, a la que se podia adorar por engendrar vida. No en vano, las mujeres celtas jugaban un papel destacado en la sociead, donde incluso legaban a luchar junto a los hombres contra el enemigo común: los legionarios romanos.
Basado en un artículo de Pablo Núñez.

Cuentan las leyendas que la princesa Macha Mong Ruadh ( o Macha la de los Cabellos de Fuego) reclamó el trono de Irlanda después de demostrar su pericia como comandante militar en tierras de Irlanda. No obstante, los jefes del clan, la recibieron sarcásticos y dijeron que aprendiese a hilar. Macha derrotó a sus rivales por el trono en batallas dirigidas personalmente por ella. La segunda vez que los jefes del clan se reuieron para escuchar sus pretensiones al trono, cedieron.

En la cultura celta se tiene constancia de mujeres guerreras (ambacts), jefas de clan y incluso druidesas. Las mujeres celtas ofrecían la amistad de los muslos, con o sin enlace matrimonial. Si la vida de pareja fracasaba, la mujer conservaba sus bienes y repartía equitativamente todo lo conseguido durante el enlace entre los conyugues.

Hay constancia de mujeres que tenían flotas de pesca o comerciales, propiedades en las aldeas o las ciudades amuralladas celtas, cobraban derechos de pastos o de paso a los recién llegados...

El soldado e historiador latino Amiano Marcelino, decía que se enseñaba a algunas niñas a luchar en el campo de batalla y repeler a sus agresores mediante puñetazos y patadas. "Las lobas en celo no lucharían tan rabiosamente como ellas para proteger a su camada": Julio César también dejó testimonio en sus impresiones: "Una hembra celta iracunda es una fuerza peligrosa a la que hay que temer, ya que no es raro que luchen a la par que sus hombres, y a veces mejor que ellos".

Otro testimonio sobre el preponderante papel de la mujer en el mundo celta procede de los escribas militares que acompañaron a Aníbal en territorio de los galos. Recoge Plutarco que Aníbal pactó que si los galos encontraban motivo de agravio con las tropas cartaginesas, lo juzgarían los jueces ( es decir, los druidas). Pero si los que tenían problemas con la población local eran los soldados y oficiales cartagineses serían las mujeres las encargadas de mediar y juzgar.

Hay una anécdota sobre el poder de las mujeres celtas y su capacidad para cuidar de sí mismas. Khiomara fue capturada durante una batalla y violada por un centurión romano. El marido pagó un rescate y Khiomara fue liberada. Aguardó escondida en los bosques a que se pusiese el Sol y regresó dentro de la empalizada del campamento romano. Al alba ya se encontraba en su poblado, abrazando al marido y haciéndole entrega de la cabeza de su agresor sexual.

Entre las jefas de clan tribal, destacan en Britania Cartimandua, que colaboró con Roma para atajar las rebeliones contra su autoridad y poder a su conveniencia. Y Boudicca, la reina guerrera de los icenios.

El marido de Boudicca, un reyezuelo manco llamado Prasutagos, había incurrido en deudas ara poder pagar los tributos a Roma por mantener cierta autonomía. Tras su muerte, los romanos trataron de derrocar a Boudicca y violaron a sus dos hijas.

Boudicca se levantó en armas dirigiendo una serie de clanes cansados hasta la hartedad de las expoliaciones de grano, de ganado y de hombres y mujeres para servir como esclavos. Arrasaron las tres principales ciudades romanas en Britania pero no tuvieron la visión estratégica suficiente como para ganar la batalla decisiva. Los celtas atacaron en mayor número, pero tuvieron que hacerlo a través de un estrecho desfiladero que desordenaba las filas. Hubo dos cargas que se estrellaron contra las formaciones en tortuga de los romanos, produciendo numerosas bajas a los celtas. Y una carga de cebellería romana que pus en fuga a los combatientes britanos que quedaban y legó hasta la retaguardia de civiles que acompañaban el ejército celta.

Las druidesas cuidaban delos enfermos, daban clases a los niños, y asesoraban a los jefes de clan politicamente. Las había célibes, casadas pero que vivían adscritas a un santuario y sólo podían ver a sus esposos una vez al año, y casadas que se ocupaban de su ministerio religioso al tiempo que hacían las labores domésticas.

Cuentan las crónicas que una druidesa aconsajaba sobre cómo expulsar a los pueblos germánicos de la Galia a principios del siglo III. Diocleciano, un oficial entre muchos,le dijo a la druidesa que no le pagaría la manutención en el campamento romano porque no era el emperador.

-Cuidado, Diocleciano; cuando mates al jabalí, serás efectivamente el Emperador y ya no podrás desdecirte de tus palabras.

La profecía tardó en cumplirse. Una de las aficiones de Diocleciano era la caza del jabalí, pero fue cuando venció al prefecto Arrio, de apellido Aper ( el Jabalí), cuando se convirtió en el Emperador del Imperio Romano y llamó a su presencia a la druidesa para recompensarla.

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