Noradin es un teniente de Policía egipcio corrupto que intenta dejar de serlo. Su tío Kamal es un oficial de policía cínico y rastrero con sus superiores. Con ese modelo, no es raro que su padre le desprecie y los comerciantes de la Plaza Tahrir lo teman.
Un día la cantante Lalena es hallada muerta en el Hotel Hilton. Noradin investiga hasta que la Fiscalía cierra el caso. Por lo visto la muchacha asesinada era la amante extraoficial de un diputado del Ministerio de Urbanismo, Safiq.
A pesar de las amenazas de gente poderosa, de que todo casi le obliga a seguir el ejemplo de su tío, Noradin querrá redimirse, en marcha como una locomotora hacia un inesperado - pero lógico- final.
La cinta ofrece una estética dura. Desde luego no es el Egipto de tarjeta postal que se llevan de vuelta a casa los turistas. Ni siquiera los propios egipcios saben que hacer con esa faceta de su país. Por lo visto, la democracia, el progreso y las garantías policiales no son la meta de los países de Oriente Medio. Y ya se sabe, que los oprimidos escuchan a los líderes populistas porque saben que no les exigirán dinero. Lo que no saben es que puede tratarse de integristas, por aquello de que Dios todavìa les quiere y perdone y, sobre todo, no les pide dinero, así que el precio sería de sangre.
Y lo mejor de todo es que Tarik Saleh no siquiera es egipcio sino sueco. La cinta está basada el asesinato real de la cantante libanesa Suzanne Tamim por un diputado egipcio y, por tanto, dado que la Revolución egipcia no solucionó los problemas de ese país, está prohíbida allí.
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