En su época, eran los barcos más rápidos que jamás se hayan construido. Revolucionaron el comercio interenacional, transportando té desde China y aprovisionando las pequeñas poblaciones nacidas al calor de la fiebre del oro. Sus propietarios se convirtieron en los hombres más ricos de los Estados Unidos. Pero como nos explica el historiador Steven Ojifusa en su nuevo libro, BARONES DEL MAR, todo esto tenía un lado oscuro. Los capitanes de los clippers cmerciaban en China con opio, del que millones de chinos eran adictos, y eran brutales con sus marineros, y algunas veces ponían en peligro las vidas de los tripulantes y el pasaje solo para conseguir que los barcos navegasen más deprisa.
Un historiador dijo de estos galgos de los mares: LAS PRÁCTICAS ILEGALES Y DESESPERADAS SIGUIERON PRODUCIÉNDOSE A LO LARGO DE SU EXISTENCIA. Explícanos qué quiso decir con esto.
Los también llamados clippers de Baltimore, que fueron construidos en la Bahía de Chesapeake en las décadas de 1818 a 1820 eran barcos negreros y cañoneras de la guerra de 1812. Los clippers de los que habló en mi libro aparecieron hacia 1840. Eran conocidos como los clippers de China y comerciaban en esos puertos con opio. Una parte de los beneficios se usaban para sobornar a los funcionarios de aduanas chins, que debían detener esas importaciones, pero que de hecho, miraban a otro lado cuando veían a los marineros americanos desembarcar los barriles de opio.
Si yo fuera un marinero del siglo XIX, ¿cómo distinguiría un clipper?
Son barcos de bordas muy altas, de gran eslora y poca manga, muy veloces. Toenen tres mástiles y velas cuadradas. Estaban tripulados por 50 o 60 hombres.
Los barones de la Marina Mercante del siglo XIX introdujeron opio de contrabando en China. Participaron personajes como Warren Delano y Richard Forbes. Explica cómo casa esto con la estricta moral calvinista protestante que hizo grande los Estados Unidos.
Estamos hablando de un puñado de sagas de armadores de las zonas de Boston y New Bedford. Ellos no tenían nada que ver con los cargamentos de opio. Robert Benneth Forbes decá publicamente que no existía nada peor que el comercio de opio, solo superado por la venta de bebidas alcohólicas, y Warren Delano decía que transportar y ganar dinero con el opio era perfectamente respetable. Pero cambió de idea, cuando uno de sus capitanes le acompañó con una escolta armada a ver un fumadero de opio en Cantón, China.
En 1838, un nuevo gobernador de la provincia de Cantón fue enciado por el emperador chino a expulsar a los nocivos diablos extranjeros de Cantón, como eran considerados los occidentales.. Se confiscaron 200.000 balas de opio por el Gobierno chino para destruirlas. Hubo protestas de las casas comerciales británicas y estadounidenses.
Los británicos prometieron venganza por la confiscación del opio de la Reina y regresaron en 1842 con una flota de guerra. Las fragatas consiguieron, con sus andanadas, que Cantón ardiera por los cuatro costados. En el Tratado de Nanking, Gran Bretaña obligaba a China a pagar las balas de opio destruídas por los empleados de aduanas, a pagar como reparación de guerra los sueldos de los marineros de guerra ingleses y todos los gastos del Almiraztango para aprovisionar los barcos de la Armada Real para un viaje a China y la apertura de nuevos puertos del Imperio Celeste para el comercio con los occidentales. Aquí entra en juego Hong Kong, que sería una zona franca británica hasta 1997
Wagner escribe en su opera EL HOLANDÉS ERRANTE sobre un capitán que hace un pacto con el diablo para llegar antes a tierra. Los clippers tuvieron en el capitán Robert Waterman su capitán diabólico. Hablános del fatal viaje a China del CHALLENGE.
Waterman estaba obsesionado con hacer las travesías más cortas a China. Era en tierra un dandy y un caballero con las damas, pero sus marineros y oficiales tenían otra imagen de él. En 1851 se le encomendó el mando de un barco llamado THE CHALLENGE. Pesaba 2.000 toneladas y tenía mástiles de 200 pies de alto.
Cuando su trato habitual con los subordinados estvo a punto de provocar un motín, algunos de los sediciosos fueron azotados hasta la muerte o tirados al mar desde las vergas. El barco regresó a San Francisco después de 109 días, llevando a bordo unos marineros acojonados y descontentos. Waterman fue juzgado por asesinato y abuso de poder en San Francisco.
1850 es un periodo de regulación de las condiciones de trabajo a bordo de los clippers. Los capitanes de la Marina Mercante habían copiado los peores métodos de reclutamiento de la Armada Inglesa del siglo XVIII. Agentes contratados por los capitanes recorrían los bajos fondos de Nueva York o Boston y emborrachaban en las tabernas y los burdeles a los marineros, que se despertaban por la mañana con resaca y en un clipper - que a veces no era el que les había contratado- rumbo a China
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