martes, 9 de octubre de 2018

La mítica discoteca Studio 54.

El sexo, las drogas y el justo equilibrio de famosos y gente corriente convirtieron Studio 54 en una discoteca legendaria. Pero para sus creadores, Ian Schrager y Steve Rubell, la fiesta acabó en una de las cárceles más duras de Neva York. Un documental recupera su historia.

"Me siento avergonzado al recordar todo aquello", dice Ian Schrager. "Es una vergüenza que nunca voy a poder quitarme de encima", agrega. Schrager, hoy con 71 años, fue el creador, junto a su amigo Steve Rubell, de Studio 54, uno de los clubes nocturnos más famosos de la noche neoyorquina de los años 70. Todo terminó de forma abrupta cuando los dos amigos fueron encarcelados por evasión de impuestos. Fueron los chivatazos contra otros clubes nocturnos los que no se le van de la cabeza a Schrager. Pero ahora puede hablar de aquellas noches locas.Se lo permite saber que solo queda él de todo aquello, ya que Rubell murió de SIDA en 1989.

Schrager conoció a Rubell en la Universidad. Rubell era el mayor de los dos y había comprado un restaurante con problemas financieros. Schrager, que era abogado, se comprometió a mantener a raya a los acreedores. Fue Schager quien decidió montar un club nocturno, primero en Queens, y más tarde en Manhattan, concretamente en la calle 54.

No tenían permiso de obras ni licencia para verder alcohol. Sortearon ese obstáculo solicitando cada mañana al Ayuntamiento un permiso temporal de 24 horas para trabajar como empresa de catering. La financiación de las obras la proporcionó el dueño de unos almacenes llamado Jack Dushey.

Los dueños de los otros clubes nocturnos hicieron todo lo posible para que los dos advenedizos fracasara. Prohibieron a los profesionales de la decoración y la restauración trabajar para ellos. Schrager y Rubell contraatacaron contratando a los profesionales de tramota de Broadway. El atrezzo más creativo circulaba sobre raíles en lo alto, y del techo caían globos, serpentinas y purpurina. Si no te apetecía bailar, mirabas el espectáculo desde un anfiteatro.

Rubell deambulaba por las pistas de baile con un aparatoso abrigo con los bolsillos llenos de droga o de dinero en efectivo. Schrager apenas salía de las oficinas de contabilidad de la discoteca.

La selección de personas que iban a entrar en Studio 54 fue un problema desde la misma noche de la apertura del club, el 26 de abril de 1977, cuando la gente se agolpó en la acera de la Calle 54. Los canales de la televisión local entrevistaban a las personas que eran rechazadas. "Todos nos acusaron de elitistas- esplica Ian. - Pero vamos a ver... Si nontas una fiesta privada en tu casa, harás lo posible por invitar a ciertas personas y conseguir que se enciuentren a gusto las unas con las otras. Si haces lo mismo en un establecimiento público, entonces te metes en el terreno de lo politicamente incorrecto. Pero eso era lo que hacíamos, sí".

Esta política restrictiva les creo enemigos poderosos a Schrager y Rubell. Primero les acusaron de vender alcohol sin licencia, lo que Achrager contrarrestó contratando al abogado Roy Cohn, el mentor de un joven Donald Trump. Salieron bien librados de ese embrollo.

El 14 de diciembre de 1978, la Policía volvió a aparecer con unos auditores de Hacienda. Un trabajador descontento le había hablado a los inspectores de Policía de indicios de evasión de Impuesto. Incluso decía haber visto un libro de Contabilidad con el epígrafe "PASTA PARA NOSOTROS", lo que incluía a Schrager, Rubell y su socio Jack Dashey.

"Lo de nuestra relación con el dinero ya rozaba lo ridículo. Yo me paseaba por ahí con 400.000 dólares en metálico en el maletero de mi coche. Nos creíamos intocables de lo populares que éramos, y eso nos perdió", explica Schrager.

Hartos de los trucos efectistas de Cohn en los tribunales, los policías empezaron a buscar conexiones con la Mafia. Encontraron una que sorprendió incluso a Schrager, porque afectaba a su padre. Louis Schrager había sido encarcelado en 1957 en el curso de una redada de colaboradores de la Mafia. Estaba en la nómina del contable mafioso Meyer Lansky.

Los dos amigos organizaron una fiesta espectácular para clausurar su local y al día siguiente se entregaron en el Correctional Metropolitan Center de Nueva York, una cárcel muy dura, incluso si se les acusaba de evadir 4 millones de dólares. Para asegurarse las espaldas hacieron un pacto con un convisto acusado de asesinato: ellos enviaban todos los meses dinero a si esposa y él les protegía de los otros presos. Aún así, el miedo a ser agredidos o violados no les abandonó jamás.

El FBI quería encarcelar a otros dueños de clubes y pactó con Schrager y Rubell una reducción de condena a cambio de información acerca de las actividades ilegales de otros propietarios de clubes nocturnos. Aceptaron.

En los 80 los dos amigos estaban de vuelta en el mundo de los negocios. Se reconvirtieronen empresarios hoteleros e inventaron el concepto de "hotel boutique". "He estado casado dos veces. Pero de la relación entre Rubell y yo podíamos decir que caso éramos marido y mujer. Ya sé, como ustedes, que Rubell era gay, pero no lo digo en ese sentido. Trabajábamos juntos, nos íbamos de vacaciones juntos y Rubell era la última persona con la que hablaba antes de irme a dormir", confiesa Schrager.

"Cuando murió en 1989, de SIDA, me aseguré que todos sus amigos de la época de Studio 54 estuviesen presentes en su funeral. Pero luego emprender negocios ya no fue lo mismo. Me faltaba un compinche. Es como si Blas apareciera en Barrio Sésamo sin el contrapunto de Epi".



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