sábado, 26 de enero de 2019

Entrevista con Jesús Sánchez Adalid.

El sacerdote y escritor de novela histórica (Villabuena de la Serena, 1962) le habla a Fernando Cohnen en Muy Historia de su libro más reciente de cómo fue la vida y la cultura en el Califato de Córdoba.


La historia que narra en su nueva novela, Los baños del pozo azul, transcurre a finales del siglo X, el mismo periodo histórico que una novela suya anterior, El mozárabe. ¿Por qué le interesa tanto esa etapa de la Historia de España?

Mi última novela no es una continuación de El mozárabe, que publiqué hace más de quince años. Las dos historias funcionan de manera independiente. Es cierto que la Córdoba del año 1000 es un periodo de esplendor por el que los libros escolares pasan de puntullas, apasionante, pero mis intereses fueron otros.
Me atrajo poderosamente el personaje de Subh Um Walad, una mujer que detentó el poder en medio de na sociedad muy machista. En las crónicas árabes hispanas los personajes femeninos suelen estar ausentes, ero esta poderosa princesa de origen vascón aparece en un documento de un ministro o visir de la corte califal. Y quise saber más...

¿Quién era Subh Um Walada?

Era una princesa vascona, seguramente nacida en territorio navarro, y entregada al califa de Córdoba en matromonio. Fue una de las favoritas del califa Alhakem II, y madre de Hishan II y del malogrado Abderramán. Aupó al poder al ambicioso y brillante general Abú Amir Almanzor, y después, ante la deriva autoritaria de su gobierno, conspiró para hacerle caer.

¿Y la reina Tota?

Es también un personaje fascinante. Era una reina guerrera, que acudía al campo de batalla equipada con una armadura. Estableció varias alianzas matrimoniales con el Califato Omeya de Córdoba, una de las cuales convirtió a la princesa navarra Aurora en la favorita Subh. Si miramos detenidamente los linajes de la aristocracia Omeya encontraremos varios nombres navarros.


¿Cómo era la Córdoba del Califato?

Era una ciudad bellísima aunque ya había empezado su declive. La Mezquita estaba en construcción y los califas se retiraban a descansar al complejo palaciego de Medina Azahara, hoy en ruinas pero declarado Patrimnio Universal por la UNESCO.

En 1000 contaba con medio millón de habitantes. Tenía 130.000 casas, 700 mezquitas, 300 baños públicos y 70 bibliotecas. Ciudades medievales hermosas hay muchas, pero Córdoba cuenta con el encanto y el exotismo de ser una ciudad oriental ubicada en Europa.

¿Qué nis ha legado aquella cultura?

Esta cultura quedó subsumida en medio de la cultura conquistadora de los reinos cristianos. Pero aún asú quedan muchas huellas en la música y en el lenguaje, así como en nuestra forma de ser nuestra idiosincracia. No somos esto o aquello; somos el resultado de una mezcla de pueblos que se expresaron culturalmente en España.


¿Cómo era la convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes?

En realidad, eso fue un mito medieval porque los no musulmanes tenían que pagar un chantaje en forma de tributos para que se les dejase expresarse religiosamente. La convivencia fue un mito. Apenas duró tres generaciones antes de la llegada al poder de Almanzor. Pero debemos creer que la convivencia entre las diferentes culturas es más que eso, porque creo sinceramente que los radicalismos que están surgiendo en Europa, aupados por el nacionalismo, no nos conducen a nada.


Hoy en día muchos historiadores rechazan la idea de que la Edad Media fuese una época cruel y oscura, tal y como se nos dijo en Secundaria. ¿Opina lo mismo?

Para serle sincero, a mí me costó librarme de esos cliches culturales. Hasta que descubrí el rico legado cultural y práctico que las buenas gentes de la Edad Media dejaron en la gastronomía y la música.


Un buen ejemplo de lo que digo es San Isidoro de Sevilla, el autor de las Etimologías, un puente entre la Antigüedad Clasica y la Edad Media. Otro ejemplo es el Derecho medieval, cuyo principal objetivo es establecer reglas para que hubiese buen entendimiento entre la gente. Los jueces de paz, los jueces del agua, todo eso procede de la Edad Media...

Pero Dios destacaba por encimade todas las cosas en aquella sociedad.

Si, pero hacia el temible años 1000, nos encontramos con que el califa Alhaken está interesado en la Teología delas diversas religiones. En su biblioteca, una de las más ricas de Europa, encontramos obras cristianos y hebreas. Y protege a los artistas. Por el lado cristiano tenemos a un Papa erudito como Geberto de Aurillac.

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