domingo, 5 de mayo de 2019

El Cid (1961)

Temoble en el campo de batalla, torpe con los poderosos y siempre indómito, Rodrigo Díaz de Vivar recorrió miles de kilómetros a lomos de Babieca pelando, saqueando o escapando hacia el destierro. Ahora, diez siglos después de sus hazañas, sepuede recorrer la ruta que el Campeador transitó durante su vida, llena de aventura y también de leyenda.



Los trovadores del Mester de Juglaría nunca contaron a sus oyentes que el Cid era un personaje incómod opara el poder, lo tuvera un rey cristiano o un reyezuelo moro. Fue un señor de la guerra, pero antes que nada fue un rebelde.

Puso su espada Tizona al mejor postor, sin importarle su religión, y cuando se hartó de las palabras huecas y las promesas incumplidas de los poderosos, empezó a luchar para su propio beneficio. Incluso tuvo la osadía de proclamarse príncipe de Valencia, una insolencia por parte de un caballero de la nobleza rural castellana. Pero el Cantar del Mío Cid lo convirtió en un obediente vasallo, pese a la falta de correspondencia por parte de Alfonso VI de Castilla.

Una excelente manera de adentrarse en esa época,sentir su regustillo medieval es recorrer la Ruta del Cid, de 1400 kilómetros. Hay en ella ocho hitos medievales declarados Patrimonio de la Humanidad; entre ellos, el arte mudéjar aragonés, el Tribunal de las Aguas de Valencia, el palmera de Elche y la catedral de Burgos. Algunos de los pueblos más bonitos de España están aquí, con poco más de 100 habitantes cada uno, en zonas despobladas como Soria, que en el siglo XI eran tierras fronterizas, habitadas por gente que tan pronto cogía la azada como la espada, los llamados pardos. También hay grandes espacios naturales como el río Arlanza o la laguna de Gallocanta.  De tanto en tanto se pueden ver castillos en ruinas, fortificaciones y atalayas de vigilancia.

Rodrigo Díaz era parte del séquito de caballeros del infante don Sancho, primogénito del rey Fernando I de Castilla, León y Galicia. A la muerte de este se repartió su reino entre Alfonso (León), Sancho (Castilla) y Ramiro (Galicia), sus hijos. El joven Rodrigo fue abanderado de don Sancho, tanto en la campaña conjunta entre Castilla y León para expropiar a Ramiro, como en la campaña de Sancho contra las ciudades de Toro y Zamora, gobernadas por las hijas de Fernando I. Un traidor llamado Bellido Dolfos mata a Sancho. Los nobles, según los juglares,se reunen en Santa Gadea (Burgos) para coronar rey a Alfonso, pero se supone que no sin antes hacerle jurar que no ha tenido que ver con la muerte de su hermano. El juramento ficticio se lo tomaría Rodrigo.

La realidad es que el Cid había sido desterrado por extralimitarse en una razzia de castigo. Se le ordenó proteger Soria de una incursión y Rodrigo aprovechó para avanzar hacia el sur y saquear Toledo, un estado musulmán pero vasallo de Castilla, que pagaba valiosos tributos.

Empezó a vender las espadas de sus mesnadas al mejor postor, muchas veces luchando contra caballeros cristianos. Los sultanes árabes tampoco tuvieron más control de lo que hacía supustamente el Cid en las zonas fronterizas que el rey Alfonso. Copia mucha de las tácticas de combate musulmanas como el tornafuye, que consiste en retiradas fingidas para separar a los caballeros enemigos de la cercanía y el apoyo de infantería y arqueros.

Cuando decide luchar para sí mismo, lo hace contra una nueva oleada de invasores, los almorávides, que asustan por su fanatismo incluso al poderoso sultán de la taifa de Sevilla, Al Mutamid, que los ha invitado a venir. Los sitía en Valencia, les corta las rutas de aprovisionamiento, usa contra ellos catapultas. Los valencianos tienen que recurrir al canibalismo con sus cadáveres antes de cerciorarse de que no recibirán más ayuda de los almorávides y rendirse.

La población musulmana se convirtió en mudejar, es decir, musulmanes que conservaban sus espacios religiosos, sus costumbres y oficios a cambio de pagar tributos y de perder el poder político. Está claro que dijeran lo que dijeran los historiadores franquistas al Cid no le movía un espíritu de Cruzada ni de guerra  santa; como a ninguno de los cristianos que vivían en España en el siglo XI. Fue en Barabastro, en 1063, cuando los caballeros normandos, capitaneador por sir Robert Crispin, llegados para tomar la plaza exportaron la idea de que había un ideal superios para un caballero cristiano en la defensa de la fé. De ahí a la Primera Cruzada de 1096 solo hay un paso.

El Cid murió de muerte natural en 1099. Su esposa Jimena,prima de Alfonso VI mantuvo la plaza durante dos años antes de rendirse. Sus hijas no se llamaron Elvira y Sol, como dice el Cantar del Mío Cid no fieron afrentadas por sus maridos, los condes de Carrión, con los que jamás estuvieron casadas. Se llamaban María y Cristina. Su hermano Diego murió precisamente en combate como mesnadero del rey de Castilla en la batalla de Consuegra.

En cuanto a Babieca formó parte de algún botín porque parece ser que era un caballo ligero norteafricano; nada que ver con los pesados caballos destreros de los caballeros cristianos castellanos.

Para ver:

Secuencia de la película rodada en Peñíscola por actores de Hollywood EL CID (1961)

https://www.youtube.com/watch?v=sqnwYhMsip0 

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