martes, 21 de mayo de 2019

Los campos de concentración de Franco.

Carlos Hernández de Miguel ( 1969) es un periodista que inició su carrera en Antena 3 como cronista parlamentario en el Congreso de los Diputados. También ha sido corresponsal de guerra en varios conflictos internacionales: Kosovo, Palestina, Afganistán, Irak...

Un día Hernandez de Miguel se enteró de que un familiar suyo habá sido internado en Mathausen y se embarcó en la titánica tarea de contar esto en su libro LOS ÚLTIMOS ESPAÑOLES DE MAUTHAUSEN (Ediciones B), donde cuenta la historia de los 9.000 prisioneros españoles como de sus verdugos y guardianes. En 2017 con la ayuda de Ioannes Ensis publica el comic DEPORTADO 4443 (Ediciones B) y en 2019 ha aparecido el ensayo histórico que nos ocupará: LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN DE FRANCO, donde trata de arrojar luz sobre uno de los acontecimientos más funesto y desconocidos de la posguerra española.

-En el arranque de LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN DE FRANCO aseguras que España es un país al que le han borrado la memoria.

Yo tenía 6 años durante el otoño de 1975, cuando falleció el dictador. Opino que nuestra generación fue víctima del franquismo por partida doble. Por un lado vivimos de espaldas al sufrimiento de nuestros padres y abuelos, hemos olvidado y humillado institucionalmente a las víctimas y permitide que los verdugos disfrutasen de su status altos sin restarles un ápice de condsideración.

-¿Por qué crees que no hubo una vrdadera desintoxicación del franquismo?

Los primeros Gobiernos democráticos estaban tutelados por el franquismo y las autoridades democráticas temían que si esos personajes se sentían amenazados en sus privilegios o a punto de ser encarcelados habría una involución o un golpe de Estado. Lo incomprensible es que a partir de 1986, cuando los socialistas ganas sus segunda elecciones con mayoría absoluta, no se hubiera reaccionado contra esos símbolos y esos personajes.

-¿Cuántos campoos hubo en España durante la Guerra Civil y la Dictadura?

He contabilizado 296, pero había muchísimos más. En algunas ciudades como Murcia y León los más pequeños dependian económica y administrativamente de uno principal.

-Imagino que los nacionales empzaron a abrir estas instalaciones apenas unos días después de iniciada la guerra.

A las pocas horas. De hecho, la primera de estas instalaciones es el campo de Zeluán en Marruecos. El 20 de julio de 1936 Franco ordena que se vayan abriendo estas instalaciones según las tropas nacionales vayan ocupando ciudades.

Esta política de represión y los planes de llevarla a cabo estaba documentada en cartas escritas del puño y letra de Mola en abril de 1936, es decir tres meses antes de iniciar el golpe fallido. Su idea es crear un clima de terror contra los simpatizantes del Frente Nacional, que anule la resistencia contra los sublevados.

-¿Se cometieron asesinatos en esos campos?

Sí. Lo sabemos por el testimonio de los prisioneros y de los propios guardianes. Hay documentadas visitas de la Guardia Civil a esas instalaciones para identificar personas concretas y fusilarlas. También hay documentadas violaciones y abusos contra mujeres que se instalaban en chabolas cerca de los acampos para estar cerca de sus maridos y sus padres. Sucedió en el de Costuera.

-¿Quienes iban a parar a esos campos?

Los clasifico en tres grupos. Los irrecuperables: oficiales y dirigentes de organizaciones republicanas. Su destino era el consejo de guerra, donde se decretarían penas de fusilamiento o de cárcel. El segundo grupo eran los recuperables desafectos. Eran sometidos a reeducación con charlas políticas, cantos franquistas y misas. Y por último estaba la mano de obra esclava. Eran los prisioneros que no eran de izquierdas pero sí afines al Movimiento. Si su inocencia era demostrada durante la Guerra, pasaban a engrosar las tropas nacionales

Por el sistema de campos español pasaron entre 700.000 y un millón de hombres que jamás fueron condenados por un tribunal formal. Eran izquierdistas o prisioneros de guerra. Los batallones de trabajo estaban formados por estos hombres, que eran el 80 por ciento.

-¿Fueron ellos los que construyeron el Valle de los Caídos?

Oh, en absoluto. Los construyeron unidades de trabajo pertenecientes al Patronato de Redención de Penas. Eran prisioneros comunes que habían sido condenados por un tribunal por asuntos no relacionados con la política. Estos presos podían redimir sus penas con el trabajo forzado y recibían un salario miserable, pero lo cobraban.

-¿Cómo terminó esta historia del sistema de campos español?

Franco era un camaleón político, un superviviente. Cuando el Sexto Ejército se rinde en Stalingrado en 1943, empieza a pensar que apoyar e imitar a los nazis no es una buena idea, que Hitler puede arrastrarle en su caída. Empieza a cerrar campos de concentración, pero de manera muy gradual. El último fue el de Miranda de Ebro que se cerró en 1947.

-¿Cuál sepodría considerar el Auschwitz español?

Sin duda, el de San Marcos, en León, en el actual Parador Nacional. También se habla del de Miranda de Ebro,por sus condiciones infernales y la brutalidad de sus guardias.

En San Marcos murieron 1.500 prisioneros, bien a manos de los guardias y las autoridades, bie por enfermedades o de hambre. Los testimonios que nos han llegado de ese campo a través de los habitantes de León son escalofriantes.

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