viernes, 3 de mayo de 2019

Los hermanos Sisters, de Jacques Audiard.

1850, en plena fiebre del oro. Charlie y Eli Sisters son dos asesinos a sueldo, dos forajidos que disparan el gatillo si la paga es buena. Charlie (Joaquim Phoenix), el hermano pequeño nació para ser un forajido. Es impulsivo y lleva en la sangre lo de sobrevivir al margen de las normas. Eli (John C. Reilly) ya empieza a preguntarse si siguen vivos por la mera suerte y está cansado de su estilo de vida. Lo único que desea es un pretexto para dejarlo todo y vivir como una persona honrada.

Pero un especulador, el Comodoro ( un siniestro Rutger Hauer), les encarga trasladarse desde Oregón hasta los placeres de Sacramento, en California, para torturar a un buscador de oro con conocimientos de química, que ha encontrado una manera de localizar el oro por su cuenta, un tal Hermann Kermit Warm (Riz Ahmed).

Parecería uno de esos westerns que de tanto en tanto, cada vez más de tanto en tanto rueda alguien, de no ser porque lo que aquí cuenta es la tensión y los destellos de humor entre los hermanos. Lo de los asesinos profesionales y otra gente violenta haciendo chistes de humor negro mientras trabajan ya lo había desarrollado Tarantino, de todas maneras. No es tanto matar a Hermann como llegar hasta California, lo cual mezcla elementos de road movie con las buddy movies, películas de acción protagonizadas por dos amiguetes, que por casualidad, esta vez son hermanos.

La película está realizada por un director francés, y rodada en la Sierra de Urbasa, caracterizada de California, y en Rumanía, Se estrenará el día 10 de mayo.

Un poco de historia:

En 1848 un trabajador de un aserradero llamado Sutter encontró una pepita de oro en California. La avalancha de buscadores de oro, que dejaron sus empleos bien renumerados en el Este y se lanzaron a cruzar el país por sus propios medios, fueron posibles por la generalización del patrón oro en Europa, las mejoras en los medios de comunicación que eran buenos para dar noticias sensacionales o para extender rumores sobre la existencia de ricas vetas, la insatisfacción personal por un sistema muy estructurado, sobre todo en el Este del país, y la existencia de medios de locomoción más rápidos.

Curiosamente, pocos mineros se enriquecieron en los placeres del río Sacramento. Los que hicieron fortuna fueron los hombres que les aprovisionaban de material de trabajo, ropa de faena, alimentos y diversiones. Las mujeres eran admitidas como lavanderas, cocineras o prostitutas. Preguntada una de ellas si tenía miedo de la vida en el campamento minero se limitó a decir: "Si un solo hombre hubiese empleado un lenguaje inapropiado para los oídos de una dama delante de nosotras los muchachos lo hubiesen molido a golpes". Era la moral de la época.

Políticamente, sirvió para que Califormia dejase de ser mexicana y los hacendados mexicanos fuesen sustituídos por unas especuladores urbanos anglosajones. El presidente Polk aprovechó esta conyuntura de éxito en la expansión hacia el sudoeste y el oeste mostrando una pepita de oro en el Congreso: "Siempre supimos que nuestro destino manifiesto era engrandecer la nación y esta será nuestra arma contra México".

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