Los falsos Luís XVIII.

El 21 de enero de 1793, Luís XVI fue decapitado en la Plaza de la Revolución de su París, y su esposa, María Antonieta, se enfrentó a la guillotina un poco después.

El Delfín Luís Carlos, único hijo del matrimonio real, fue confinado en la fortaleza del Temple en 1792, donde vivió aislado en una celda hasta que murió en circunstancias no aclaradas. Aquello provocó que una serie de impostores y aventureros reclamaran para sí el trono francés.

Uno de los 40 aspirantes fue Jean Marie Hervagault, un hombre rubio, hijo de un sastre. Su padre apareció en público y pidió disculpas por el comportamiento de su hijo. De nuevo en casa, aquel impostor leyó EL CEMENTERIO DE LA MADELEINE, una novela de Jean Joseph Resnault. Volvió a afirmar que se trataba de Luís XVIII en persona. En su nueva versión unos agentes monárquicos lo habían ayudado a huir del Temple escondido en un caballo de cartón mientras que un niño sordomudo ocupaba su puesto.

Muchos franceses se tragaron aquella rocambolesca historia hasta que Hervagault fue desenmascarado. Lo condenaron a varios años de cárcel.

Otro aventurero de este tipo fue Charles Navarre. Pero solía vestir de una forma desaliñada y tenía cicatrices en el rostro, así como una brutal dicción francesa. Navarre murió en un manicomio en 1822.

Y por último podemos citar a Wilhelm Naundorff, que convenció a muchos con su rocambolesca historia. Este relojero alemán afirmó que los agentes monárquicos le habían suministrado una potente droga en prisión y habían puesto en lugar de su persona un maniquí de madera. Cuando los carceleros del Comité de Salvación Pública descubrieron la estafa introdujeron en la celda un niño sordomudo al que terminaron por envenenar. Losagentes monárquicos sacaron al Delfín en el ataúd destinado a su doble y lo trasladaron a la región de la Vendeé, donde milicianos monárquicos mantenían en jaque a las tropas regulares republicanas.

Naundorff podría haberse salido con la suya si hubiese sido capaz de comunicarse en francés. Decía que había olvidado su lengua materna por los infortunios padecidos. El impostor murió en 1845 pero no su impostura porque sus descendientes reclaman al Gobierno francés ser considerados como una parte de la familia real, título que en caso de una restauración monárquica correspondería a la Casa de Orleans.