Los primeros médicos.

En el 3000 a de C, en la región situada entre el Tigris y Eúfrates, surgió Sumer, una cultura que englobaba las primeras poblaciones urbanas dotadas de escritura de Mesopotamia. De esta civilización no guardamos grandes monumentos como Egipto, sin miles det ablillas con sus mitos y sus contabilidades comerciales, lo que nos da una profunda idea de cómo se desarrollaba la vida cotidiana en esas ciudades. Entre ellas los documentos médicos más antiguos de los que tenemos noticia.

Los sumerios creían que las ofensas a los dioses podían desencadenar un castigo fulminante en forma de enfermedad. Las leyes sumerias prohibían a los enfermos participar en los ritos religiosos. La salud estaba tan profundamente vinculada a la enfermedad que los primeros médicos eran sacerdotes, divididos en castas.

El baru realizaba el interrogatorio ritual al paciente para determinar el pecado o falta cometido y establecía el diagnóstico basándose en prácticas adivinatorias. El ashipu era un sacerdote exorcista que expulsaba a los demonios causantes de la enfermedad. El asu determinaba los tratamientos más adecuados y decidía si debía usarse la cirugía. El gallup stendía a las personas humildes y a los esclavos y realizaba funciones de dentista.

Cuando asciende al trono Hammurabi (1792-1750 a de C) marca el inicio del imperio babilónico en Mesopotamia. A finales de su reinado, Hammurabi manda esculpir una estela con sus código jurídico en los que establece qué recompensa tendrá un médico por sanar a un paciente y que castigo tendrán las negligencias médicas.

"Si un médico opera con un punzón de bronce a un hombre noble por una herida grave y le salva la vida, o si él abre con una lanceta de bronce la nube de un ojo de un hombre noble y salva el ojo, recoborá diez siclos de plata".