jueves, 18 de marzo de 2021

Endogamia en las casas reales europeas.

 (Adaptación de un artículo aparecido en XL SEMANAL)

A lo largo de la Historia, los monarcas se han casado entre ellos para rubricar alianzas y garantizar la continuidad de su linaje en los tronos. Pero la endoamia trajo mortandad infantil, discapacidad intelectual, locura... Nuevos estudios siguen las huellas genéticas de la consanguinidad real.

 


El emperador Carlos V de Habsburgo sufría de prognatismo. La deformidad de su mandíbula le impedía masticar correctamente los alimentos, por lo que no los digería bien, causa de sus frecuentes indigestiones. Además se desmayaba con frecuencia, era tartamudo y sufrió de gota en la madurez. Todo esto, aunque no lo supiera, era fruto de la endogamia, lo que no le impidió casarse con su prima carnal Isabel de Portugal, en un matrimonio estratégica y financieramente ventajoso.

Su hijo Felipe II se casó con su prima María Manuela, por lo que cuando nació el psicótico de su hijo Carlos este tenía en la sangre un factor de consanguinidad del 21 por ciento, el equivalente a las relaciones sexuales entre dos hermanos.

La Universidad de Santiago de Compostela ha estudiado el prognatismo así como informes médicos de más de 8000 individuos de las dos ramas de Habsburgo, los austriacos y los españoles a lo largo de 20 generaciones. Las relaciones sexuales entre los miembros de la realeza española entre 1500 y 1700 produjeron 40 partos exitosos de los cuales perdieron la vida antes de acabar  la infancia por culpa de enfermedades congénitas 16 niños. Los monarcas tenían acceso a mejores alimentos, su trabajo era liviano, tenían acceso a lo mejos que la ciencia médica de la Edad Moderna podía conseguir, pero su tasa de niños llegados a la edad adulta era el mismo que los de las familias campesinas.

Los historiadores científicos aseguran que el último rey de la dinastía Habsburgo española poseía dos genes recesivos mutantes que lo volvieron esteril y achacosos. La autopsia realizada en 1700 informaba de un corazón del tamaño de un grano de pimienta, de un solo testículo necrosado y negro, de una cabeza llena ade agua, de unos pulmones corroídos y de unos intestinos gangrenados. Carlos II de Austria tenía un procentaje de consanguinidad del 20 por ciento.

El daño que podían hacer está practica está recigida en el Levítico que prohíbe los matrimonios entre parientes de primer grado, como padres e hijas. Eso no es óbica para que las grandes dinastías de la Antigüedad, como la ptolemaica quisieran asegurar la línea de sangre y alejar a usurpadores arribistas con esta clase de enlaces.

Durante la Alta Edad Media el emperador Carlomagno mantenía una familia polígama. Era habitual que si el emperador de los francos mostraba interés por una mujer - tuvo hijos con cuatro distintas- su hermana o su prima fueran agregadas como concubinas al séquito real. El Concilio de Maguncia puso fin a esta clase de asuntos.

Ya en el siglo XVIII, Jorge III, primer rey de la casa de Hannover, sufre ataques de profiria, una enfermedad de la sangre que causa graves desórdenes mentales, a causa de la consanguinidad. Eso no impidió que la reina Victoria se casase y tuviese descendencia consu primo Alberto el 10 de febrero de 1840. Victoria era protadora del gen de la hemofilia, pero áun así se la considera la abuela de Europa, por todos los enlaces matrimoniales que arreglo para su descendencia. Su hija Alicia se casó con el duque de Hesse, de la Casa Real Prusiana. Su hija Alejandra se casó conel zar Nicolás II, al que dio un príncipe con hemofilia.

La hemofilia llega a la piscine genética borbónica de mano de la reina Victoria Eugenia de Battemberg, casada en segundas nupcias con Alfonso XII. La pareja tuvo siete hijos, dos de ellos con hemofilia, Alfonso y Gonzalo.

El último escándalo relacionado con la consanguimidad y sus nefastas consecuencias médicas es de 1987. Ese año, unos periodistas británicos descubrieron la existencia de dis primas de la reina Isabel II de Windsor, Nerissa y Katherine Bowers-Lyon recluídas en una institución de salud mental a causa de su retraso cognitivo. Eran hijas de John Herbert Bowes Lyon, hermano de la reina madre y tío por tanto de la reina.

 

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