Cuando John D´Emilio le contó a su novio y a sus amigos que las organizaciones gay de la Costa Este como la ERCHO iban a organizar un desfile donde se podrían mostrar los gays neoyorquines tal y como eran todos se rieron a carcajadas. No, con malicia. Simplemente, no podían creerlo.
Tras décadas de persecución parecía que la actitud de los heterosexuales y las autoridades estaba a punto de cambiar. Hacía 1960 la Organización Matacine organizó una campaña pública en la que mostraba que los bares podían perder su licencia si se demostraba que habían servido a personas de sexualidad LGTBQ. Llevaron a unos reporteros de televisión al bar Julius, pidieron una cerveza, le dijeros al camarero que eran gays y este les informó que ya no podría servirles nada de forma permanente. La policía de Nueva York se hinchaba de parar e interrogar a gente que se paseaba por Central Park sin camiseta, fueran gays o no.
Pero todo esto cambió en 1969 tras el intento de redada en un pequeño bar de Greenwich Village, el Stonewall Inn, cuando los parroquianos LGTBG decidieron defenderse de la Policía Metropolitana de Nueva York con unos disturbios que duraron varios días. Las marchas de la Liberación tuvieron lugar en junio de 1970 como celebración de la identidad tras décadas de activismo.
No es que los gays no hubieran reivindicado nada antes. Todos los 4 de julio en Philadelphia, miembros de la Conferencia Regional Oriental de Organizaciones Homófilas organizaban manifestaciones en el exterior del Philadelphia ´s Independence Hall. Por temor a una represión violenta por parte de la Policía o algunos de los viandantes los organizadores habían exigido que se respetasen unos códigos de vestuario y la orden de no contestar a las provocaciones de los viandantes homófobos.
Craig Rodwell, uno de los organizadores de estas Marchas de Recordatorio, hizo un emotivo discurso en una reunión del ERCHO a finales de 1969 pidiendo que se aprovechara la victoria del Stonewall Inn para organizar un evento "más relevante, con un número mayor de asistentes, que celebre nuestras ideas e ideales con los que estamos comprometidos, que son nuestros derechos fundamentales".
Esta marcha, a diferencia de las Manifestaciones de Recordatorio Anuales, no tendría código de vestimenta y cada cual tendría permiso para mostrarse tal como era.
"Los homosexuales que quieran vivir una vida plena en nuestra sociedad corriente, tienen todas las cartas para defenderse de ella", se leía en un artículo de 1970 en en Gay Liberatión Front News. "La Liberación Gay es para el gay que se niega a aceptar estas condiciones. La Liberación Gay es para el homosexual que se alza y lucha.
La Marcha de la Liberación superó las expectativas de los organizadores. El desfile se extendía 15 manzanas de la cabeza a la cola. (Algunos organizadores hablaron a la prensa de 3.000 asistentes e incluso hubo quien habló de 20.000 personas. La Policía Metropolitana de Nueva York dijo que no eran más de 1.000).
Otras organizaciones LGTBQ organizaron otras marchas por todo el país, con diferente resultado. En San Francisco se organizó una Marcha de la Liberación y se organizó un picnic "gay-in" que fue reprimido por los cascos de las monturas de la Policía Montada. En Los Ángeles también hubo desfile pero las organizaciones tuvieron que pedir permido a los tribunales. Aun así el Departamento de Policía se negó a autorizarla. El comisario de Los Ángeles Edward Davis comparó a los activistas con atracadores de bancos, y dijo que todos los asistentes tendrían que pagar multas por escándalo público que iban desde1.100 dólares a 1,5 millones de dólares por organizar el desfile. La fuente de esto son los periodistas Dudley Cleminden y Adam Magurney en OUT FOR GOOD, su obra historiográfica de la historia de los derechos civiles de la cominudad LGTBQ.
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