¿Qué se puede decir de esta muchacha atormentada y de cabellos dorados, un juguete roto en manos de los estudios de Hollywood, de los hombres que amó, y de los terapeutas y psicoanalistas que deberían haberla protegido no sobreexpuesto más?
Marilyn Monroe fue el deseo de los hombres de la década de 1950, era la rubia, la perfecta esposa de la época. Pero ella necesitaba más de ellos que ellos de ella. También fue el sueño americano convertido en pesadilla. A saber: una oscura muchacha de clase trabajadora, bellísima, rubia - que era lo que obsesionaba a los hombres estadounidenses a mediados del siglo XX- que gana mucho dinero, que sale con hombres exitosos, que puede colarse - no se sabe muy bien si a su pesar- en las camas de los Kennedy, y se siente infeliz. Porque quiere algo, necesita algo que nadie le ofrece, y no está en oferta para ninguna de las mujeres de 1955.
Ana de Armas lo dice así: "Nos estimulan para que corramos tras el éxito material, nos sobreexpongamos, y ese sueño, esos exitos, son los que al final nos destruyen".
Curiosidad:
Los actores del reparto escribieron una nota en grupo y la dejaron en la tumba de Marilyn Monroe. Solicitaban
permiso a la "diosa rubia" para interpretar su vida. La propia Ana de Armas dice que sintió su presencia en el rodaje. A veces aprobaba lo que hacía el equipo de filmación, y en ocasiones montaba en cólera y las cosas se caían de las paredes. De Armas, que tiene dos años menos que Monroe cuando murió en extrañas circunstancias, afirma que jamás ha sentido una conexión tan especial con nadie que haya interpretado.
Para ver:
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