"Alzáos una y otra vez hasta que los corderos se vuelvan leones".
Esta película española empezó siendo un corto sobre el bulling y ganó varios premios. Tantos que su directora estudió la manera de convertirla en una cinta de terror. ¿Qué pasaría si la víctima habitual de abusos psicológicos y físicos por parte de sus vecinas del pueblo encontrará una manera de vengaerse de sus acosadoras a su alcance? Sin violencia, simplemente no haciendo nada al respecto cuando ellas a su vez se convierten en las víctimas de un psicópata.
La vida de Sara, una chica con obesidad mórbida, no es fácil. Una madre demasiada autoritaria, de las que gritan demasiado y se aflijen porque su hija es la que es en lugar de la que quieren. En caso de saber lo que quieren. Un padre que la adora pero que está dominado por su esposa. Tres chicas ( Maca, Roci, y a su pesar, por presión del grupo, también Claudia) que la acosan o intentan matarla en la piscina municipal. Un asesino en serie que mata porque sí, para pasar el rato.
Un día, tras el intento de asesinato en la piscina, y de una persecución en bikini por el pueblo, Sara ve de repente a sus acosadoras en la parte trasera de una furgoneta, con las caras ensangrentadas. El socorrista de la piscina ha aparecido muerto en el fondo de la misma. La camarera ha desaparecido. El pueblo empieza a crisparse por la desaparición de las tres chicas y las muertes violentas a manos del tipo. Pasan desapercibidas porque la Guardia Civil del pueblo es como un negocio familiar en el que el hijo, un policía con instinto, debe callarse para no poner en entredicho la reputación del padre como tal. Una situación delirante que solo puede suceder en la más negra España profunda.
Sara tiene que decidir entre contar lo que pasó y convertir su vida en un infierno a manos de su madre, de dejar que las maltratadoras vuelvan a sus vida, o actuar. Jamás la pasividad y la sumisión fue tan terrorífica como en este slasher. Y cuando Sara se empòrede ya puede temblar el asesino.
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