El estudiante del colegio elitista Louis Le Grand tiene la mayor sensación de ridículo que se puede a tener a los 17 años. Ese día de 1775 acudía a hacer una visita protocolaria Luís XVI, y el joven Robespierre tenía que recitar unos versos en latín, como alumno aventajado que era, para agasajarle. Pero ese día llueve, por lo que el rey no se baja del carruaje, escucha medio poema por cortesía y poco después le dice el cochero que regrese a Versalles.
Sigue lloviendo y Robespierre sigue allí, como el resto de sus compañeros, sin saber a ciencia cierta si el rey los detesta, detesta mojarse, o peor aún, si sienten animosidad por el monarca.
Maximilien Fraçois de Robespierre es el hijo mayor del abogado François de Robespierre, descendiente de exiliados ingleses que buscaron la protección de Francia a causa de su intervención en la Revolución Inglesa, que derrocó e hizo decapitar al rey Carlos I. Su hermano pequeño se llama Augustin. También tiene dos hermanas, Charlotte y Henriette. El padre los abandonó tras caer en el alcoholismo y la madre muere cuando Robespierre solamente tiene 8 años. Augustin y él son acogidos por los abuelos paternos mientras que sus hermanas son acogidas por unas tías paternas. Pero pronto Robespierre se hace a la idea de que lo más aproximado a un cabeza de familia que habrá en la suya es él.
En 1781 se gradúa como abogado y empieza a defender a los aparceros de Arrás de auténticos y sangrantes abusos por parte de los aristócratas y sus administradores, lo que despierta sus simpatías hacia el pueblo. Lleva una activa vida social. Tan pronto es recibido en los salones aristocráticos como bebe en una taberna escuchando los chismorreos de los artesanos. Dicen que en esa época se comprometió con su prima Antoinette Deshorties, pero lo cierto es que no mostró interés por la sexualidad ni por casarse.
Tras un desastroso invierno, con la arcas agotadas por una política exterior que Francia ya no puede permitirse, y una Corte que consume en sus distracciones sociales unos ingresos ingentes pero a la que no se puede desairar para no alentar conspiraciones de todo tipo, Robespierre, ahora juez, es enviado a París, a los Estados Generales, como uno de los ocho delegados de la provincia de Artois.
Imbuído de los ideales del filósofo Rousseau, representó los derechos del Tercer Estado, respaldó el sufragio universal directo, abogó por la libertad de prensa y reunión, defendió la educación obligatoria y gratuita, y exigió la abolición de la esclavitusd en las colonias francesas del Caribe. Por aquella época se había levantado en armas un esclavo doméstico en Haití, Toussaint, y había expulsado a las tropas francesas.
También exigió la abolición de la pena de muerte. "Matar a un hombre es cerrarle el camino para volver a la virtud. Es matar la expiación. Es cosa deshonrosa matar el arrepentimiento". De hecho cuando Guillotin presentó ante la Convención Nacional en 1792 su máquina de decapitar, la guillotina, no quiso mirar los planos.
Robespierre se relacionaría con unos de los principales clubes de la Revolución Francesa, los jacobinos, el ala radical. Lo llamaban el Incorruptible porque se deshacía del dinero con que pretendían comprar algunas personas su voluntad si no podía reintegrarlo y vivía en una gran austeridad. De hecho, la casa en la que vivía no era suya y su cochero lo compartía con otros líderes del Partido Jacobino.
En 1791 es uno de los firmantes de la Constitución Francesa. Pero todo cambia cuando en septiembre de 1792 la Comuna de París intenta asaltar las Tullerías bajo sus órdenes y matan a todo el que se encuentra encarcelado, no importa el motivo, en las cárceles parisinas bajo la responsabilidad de un médico y periodista llamado Marat. ¿Qué ha pasado para que los parisinos se hayan radicalizado aún más? Los precios del pan han subido, el rey ha intentado fugarse para dirigir desde Austria, el país de su esposa, una invasión, aún a costa de perjudicar sus propios intereses políticos y los girondinos han declarado la guerra a una coalición de ejércitos europeos para horror de Robespierre.
La Convención Nacional decapita a Luís XVI a principios de 1793, concretamente el 23 de enero. Ante la amenaza de una invasión extranjera y de represalias contra todo el que haya propuesto reformas, Dantón crea el Comité de Salud Pública y empieza a ejecutar a los monárquicos encarcelados, a los acapadores de alimentos, a los moderados, especialmente los girondinos y a los especuladores. Pero pronto personajes que se han unido al Terror para prosperar empiezan a sugerirle a Robespierre las ejecuciones de sus rivales o de cualquiera que les impida ascender.
El resultado del Terror es la muerte en toda Francia de 17.000 personas en diez meses y atrocidades perpetradas por Carrier en Nantes, que ejecutó niños a espaldas de Robespierre para intimidar a los padres y de Fouché, el jefe de la Policía Secreta de Bonaparte, que metía a los reos en barcas y ordenaba a los artilleros de la guarnición de Lyon que los hundiesen a cañonazos para no hacer uso de la guillotina. También ejecutó al verdugo por si algún día lo llamaban a París a dar cuantas ante el Comité de Salud Pública.
El miedo a estos personajes, las ambiciones personales de estos, así como la deriva que la Revolución estaba tomando dejaron a Robespierre, enfermo por actuar en contra de sus convicciones morales de migrañas, más solo y aislado. El 27 de agosto de 1794, todas las facciones que quedaban operativas en La Montaña ordenaron su arresto y encarcelamiento. Liberado por sus partidarios, Robespierre se refugió en el Ayuntamiento, donde fue capturado por segunda vez con un balazo en la mandíbula. Algunas personas dicen que trató de suicidarse. Otras que intentaron matarle para evitar el espectáculo de su ejecución al pueblo pero que el tirador girondino falló. El caso es que tuvieron que atarle lo que quedaba de su mandíbula para facilitar el trabajo del verdugo. El 28 de julio murió en la plaza de la Concordia con 21 de sus seguidores.

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