Ruby es una adolescente normal hasta donde puede serlo una kraken que ignora que lo es. Su madre le ha dado una extraña orden: no puede meterse en el agua. Pero un día tiene que salvar a Connor, un interés romántico, de morir ahogado, y se tira de cabeza al mar. Descubre que es una kraken, un ser con múltiples poderes que protege un reino de las malvadas sirenas, en especial de su reina, Melissa.
La vergüenza que siente Ruby cuando le salen agallas y tentáculos puede traducirse en la vida real a la impresión ante la primera menstruación y los primeros cambios corporales de las chicas en plena pubertad. La difícil relación con la madre y su amistad con una sirena adolescente, la chica popular del instituto, nos hablan de la rebeldía y la ingenuidad juvenil, la idea de que se puede cambiar el mundo - como si fuese posible- y que basta creer las cosas para conseguir que sean reales.
La madre ha elegido vivir en tierra firme como una humana a pesar de que era una guerrera poderosa en el reino de los kraken. Llega un momento en que los hijos dejan de ser de los padres para tomar su propio camino, cometer sus propios errores y aprender de ellos. Y los padres solo pueden desear que los hijos tengan suerte y no se hagan demasiado daño ni ilusiones. De poner las cosas en su sitio se encarga en tiempo y la dura realidad.
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