🎙️ Entrevista imaginaria con Severo Ochoa, Premio Nobel de Fisiología o Medicina 1959
Entrevistador: Doctor Ochoa, es un honor tenerle con nosotros. ¿Podría contarnos cómo empezó su interés por la ciencia?
Severo Ochoa: Muchas gracias. Mi pasión por la ciencia nació en mi juventud. Recuerdo que ya en Málaga, donde crecí, me interesaban los procesos vitales del cuerpo humano. Más tarde, en Madrid, empecé Medicina, pero pronto comprendí que mi vocación era la investigación, no la práctica clínica. Fue entonces cuando empecé a acercarme a círculos científicos e intelectuales.
📚 Influencias y formación: Juan Negrín y la Residencia de Estudiantes
Entrevistador: Usted fue discípulo de Juan Negrín. ¿Qué nos puede contar de esa relación?
Ochoa: Juan Negrín fue una figura fundamental en mi formación. Era profesor de fisiología en la Universidad Central de Madrid. Más allá de su rigor científico, lo que admiraba era su vocación humanista y su convicción de que la ciencia debía tener un impacto social. Él me dio acceso a su laboratorio cuando aún era estudiante. Fue generoso con su tiempo y me empujó a hacer mi primer trabajo experimental.
Entrevistador: Y también fue parte de la famosa Residencia de Estudiantes.
Ochoa: Sí, viví allí durante una etapa clave de mi vida. Fue un lugar extraordinario, una auténtica colmena intelectual. Compartí espacio con figuras como Federico García Lorca, Salvador Dalí o Luis Buñuel. Allí se respiraba libertad, cultura, pensamiento crítico. Era un proyecto de país, una España moderna, abierta al mundo.
🧬 Aportaciones científicas: El código de la vida
Entrevistador: En 1959 recibió el Premio Nobel. ¿Qué significó para usted?
Ochoa: Fue un reconocimiento, sí, pero sobre todo una oportunidad para visibilizar la importancia de la bioquímica. El Nobel lo compartí con Arthur Kornberg, por nuestros trabajos sobre la síntesis del ADN y del ARN. Mi equipo descubrió la polinucleótido fosforilasa, una enzima capaz de sintetizar cadenas de ARN fuera de la célula. Eso abrió el camino a la comprensión del código genético. Fue una época fascinante: la vida empezaba a explicarse en términos moleculares.
🛫 Exilio, nazismo y Estados Unidos
Entrevistador: Tras la Guerra Civil, tuvo que exiliarse. ¿Fue una decisión difícil?
Ochoa: Dolorosa, más que difícil. España entró en una larga noche con la victoria franquista. Como tantos otros científicos, intelectuales y republicanos, no teníamos lugar en esa nueva España. Ya antes de que terminara la guerra, vi claro que no podría continuar mi trabajo allí. Salí en 1936, con destino a Alemania primero, luego a Inglaterra y finalmente a Estados Unidos.
Entrevistador: Estuvo en la Alemania nazi, aunque por poco tiempo.
Ochoa: Sí, fui a trabajar con Otto Meyerhof en Heidelberg, en 1936. Pero el ambiente era ya irrespirable. Las leyes raciales y la presión del régimen eran evidentes. Me fui al poco tiempo. No podía trabajar en un país donde la ciencia era sometida a la ideología. Me sentí profundamente incómodo. Más tarde fui acogido en Oxford y después en Nueva York, donde encontré finalmente estabilidad.
🇪🇸 Relación con España y testimonios de quienes lo conocieron
Entrevistador: ¿Cómo fue su relación con España en el exilio?
Ochoa: España nunca dejó de estar en mi corazón. Durante décadas no pude regresar, pero seguía en contacto con amigos y colegas. Tras la muerte de Franco, regresé varias veces, recibí el cariño del pueblo y ayudé a impulsar la investigación biomédica. Siempre soñé con que España pudiera tener un sistema científico digno.
Entrevistador: Personas como Margarita Salas hablaron de usted con enorme respeto.
Ochoa: Margarita fue una discípula brillante y una gran científica. Decía que yo era riguroso pero generoso. Me honra su aprecio. También me conmovió el testimonio de Gregorio Marañón, quien en una carta dijo que los científicos exiliados, como yo, eran “la semilla que algún día volvería a dar fruto en España”. Y así lo sentí cuando regresé.
🧪 Anécdotas personales
Entrevistador: ¿Alguna anécdota que recuerde con especial afecto?
Ochoa: Recuerdo que cuando recibí el Nobel, mi madre, que ya era muy mayor, me preguntó si eso significaba que ahora me pagarían más (risas). Otra historia: en un congreso internacional, un joven me pidió que le firmara su bata de laboratorio, como si fuera un rockero. Me pareció entrañable. La ciencia también puede inspirar pasiones.
🧾 Últimas palabras
Entrevistador: ¿Qué mensaje le dejaría a los jóvenes científicos?
Ochoa: Que no pierdan la curiosidad. Que sean pacientes. Que no trabajen para los premios, sino por el conocimiento. Y que recuerden que la ciencia, bien entendida, es una forma de servicio a la humanidad.
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