Aquí tienes una exposición detallada sobre Nicolas‑Edme Rétif de La Bretonne (también escrito “Rétif de la Bretonne”), su biografía, obra, relaciones familiares y sociales, y un pequeño “entrevista ficticia” con él como si un periodista del siglo XXI lo entrevistara. Al final hago una breve reflexión sobre qué en su crónica Les Nuits révolutionnaires (o “Las noches revolucionarias”) parece más realista/documental y qué parece más inventado o literario.
Biografía y contexto
Orígenes
Rétif nació el 23 de octubre de 1734 en Sacy (Yonne, Borgoña), hijo de Edme Rétif —agricultor acomodado y “lieutenant de bailliage” de Sacy— y de Barbe Ferlet. Wikipedia+2yonne-89.fr+2 Fue el octavo de los hijos, procedente de una familia campesina, lo que es notable porque él se convirtió en uno de los pocos escritores “del pueblo” de su tiempo. Encyclopædia Universalis+1
Su infancia transcurrió en la granja “La Bretonne” (de ahí el nombre añadido) y pasó parte de su juventud trabajando en el campo. yonne-89.fr+1
Formación e imprenta
Hacia 1751 fue enviado a Auxerre como aprendiz de imprenta/ tipógrafo. yonne-89.fr+1 Posteriormente vino a París, donde trabajó en varias imprentas, lo que le dio un acceso directo al mundo del libro, de la edición y de la difusión de la palabra impresa. larousse.fr+1
Matrimonio y familia
Se casó en 1760 con Agnès Lebègue, originaria de Auxerre. yonne-89.fr+1 Con ella tuvo varias hijas. Según diversas fuentes:
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La hija mayor: Agnès, nacida en 1761. retifdelabretonne.net+1
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Otra hija: Marion (también llamada Marie-Anne), nacida un poco más tarde (alrededor de 1764) según una cronología. yonne-89.fr+1
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También se mencionan otras hijas que murieron en la infancia. yonne-89.fr
Con el tiempo, su matrimonio se deterioró. En 1785 (26 de noviembre) se separó definitivamente de su esposa. Wikipedia+1
Últimos años y muerte
Durante la Revolución francesa su situación se volvió difícil: la devaluación del papel moneda, la desaparición de ingresos, y otros contratiempos le afectaron. Wikipedia+1 Murió el 3 de febrero de 1806 en París. Wikipedia+1
Su obra, sus intereses y su singularidad
Rétif fue un autor muy prolífico: más de 200 volúmenes según algunas estimaciones. gallica.bnf.fr+1 Su obra abarca novelas, crónicas, utopías, proyectos de reforma, piezas de teatro, memorias.
Algunas de sus obras más importantes:
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Le Paysan perverti (1775) – “El campesino pervertido”, una novela que mezcla vida rural y ciudad. yonne-89.fr+1
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La vie de mon père (1779) – “La vida de mi padre”, donde aborda su mundo rural y sus orígenes campesinos. yonne-89.fr+1
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La Découverte australe par un homme volant (1781) – novela utópica y visionaria. Wikipedia+1
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Les Contemporaines (1780–) – una serie de muchas historias sobre mujeres contemporáneas. revue-relief.org+1
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Les Nuits de Paris (“Las noches de París” o “El espectador nocturno”) (publicada entre 1788-1794) – que describe la ciudad de noche, el mundo marginal, la Revolución, etc. essentiels.bnf.fr
Su relación con los márgenes sociales: mendigos, prostitutas, faroleros, etc.
Una de las grandes singularidades de Rétif es su interés por los sectores marginales: prostitutas, mendigos, “gente de la noche”, personajes de los bajos fondos urbanos. Por ejemplo, en Les Nuits de Paris él mismo anuncia:
“Vous allez voir … des Filles, des Femmes, des Catins, des Espions, des Joueurs, des Escrocs, des Voleurs.” essentiels.bnf.fr
Los estudios señalan que Rétif se consideraba él mismo un “observador nocturno” (“le hibou”) que recorría las calles de París, el barrio de la Île-Saint-Louis, etc., para captar lo que estaba oculto a la luz del día. Wikipedia+1
Así, su relación con los faroleros (además de que él camina de noche con su bastón), los mendigos, las prostitutas, es la de un testigo que se mezcla (o al menos se aproxima) a ellos para describir su mundo.
Además, su obra “El Pornographe” (1769) aborda la cuestión de la prostitución y propone una regulación estatal. yonne-89.fr+1
Su posicionamiento con respecto a los revolucionarios
Rétif vivió la Revolución francesa como espectador activo en París. En Les Nuits révolutionnaires (1789-1793) (a veces considerado como parte de Las noches de París) presenta sus impresiones de los acontecimientos revolucionarios. cultura.com+1
Sin embargo, su actitud política no fue simplemente la de un revolucionario exaltado: él provenía de origen popular, pero también tenía conexiones con el mundo del libro, la imprenta, incluso con la policía en ciertos momentos (se le acusa de haber sido informador). Wikipedia
En ese sentido su testimonio es interesante porque da la visión de alguien que se mueve entre los márgenes y el centro, entre lo popular y lo editorial, entre lo nocturno y lo político.
Su relación con sus hijas (Marion y Agnès) y su destino
Agnès (la mayor)
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Nacida en 1761 (aproximadamente). retifdelabretonne.net+1
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Contrajo matrimonio (1 de mayo, 1781) con Charles-Marie Augé. Wikipedia+1
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Tuvo un hijo el 28 de diciembre (año no siempre claro en fuentes). Wikipedia
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Posteriormente se separó/divorció (se menciona que el divorcio de Agnès fue el 11 de enero de 1794). Wikipedia
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De esta hija Agnès nació un hijo llamado Frédéric-Victor Vignon, fruto de su relación con Louis-Claude-Victor Vignon. Wikipedia
Marion (o Marie-Anne)
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También hija de Rétif, nacida alrededor de 1764 (o 1765) según algunas fuentes. yonne-89.fr
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Marion, viuda con tres hijas, vivió con su padre hacia 1795. Wikipedia
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En 1791, Marion se casó con su primo Edme-Étienne, con quien tuvo tres hijas: Anne (murió en 1805 a los 12 años), Marie-Antoinette-Valère (1790-1817) y Charlotte-Étienne (murió soltera en 1817 a los 26 años). Wikipedia
Comentario sobre la naturaleza de esta información
La mayoría de estos datos familiares están documentados por fuentes genealógicas y biográficas fiables: su matrimonio, la separación, la filiación de sus hijas y nietas. Por tanto podemos considerarlos como “reales” (o al menos con fundamento documental).
Ahora bien, algunas de sus propias narraciones pueden haber dramatizado o literaturizado la situación familiar (las tensiones matrimoniales, las fugas, las escapadas de sus hijas) — Rétif no era estrictamente un historiador neutral, sino un escritor que mezclaba hechos con ficción.
¿Qué de su crónica Las noches revolucionarias (o Les Nuits de Paris) es real y qué es inventado?
Lo que parece más verídico / documental
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Su obra describe muy bien la vida nocturna de París: los bajos fondos, las prostitutas, los mendigos, los espacios marginales, los faroleros, etc. Esa faceta es reconocida por la crítica: él es “uno de los primeros en hacer entrar el pueblo en la literatura”. essentiels.bnf.fr+1
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El título Les Nuits de Paris ou le Spectateur nocturne consta de 16 partes publicadas entre 1788-1794, lo que coincide de cerca con los años revolucionarios. Wikipedia+1
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Él afirma que “he estado veinte años recopilando” sus notas de lo que veía noche tras noche. retifdelabretonne.net+1
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En los volúmenes revolucionarios (a veces agrupados bajo Les Nuits révolutionnaires) aparece un relato de los sucesos de la Revolución (por ejemplo los disturbios, la atmósfera popular, etc.). OpenEdition Journals
Lo que parece más literario o ficcionalizado
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Aunque dice “he visto”, muchas escenas tienen un tono literario, dramático, casi simbólico: hay mezcla de anécdotas, juicios morales, reflexiones utópicas, etc. Por ejemplo, él incorpora al “Hibou” (el búho-observador) como narrador-alter ego, lo que le da un marco ficcional. honorechampion.com+1
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En el volumen se mezcla lo real con lo visionario, lo utópico o lo moralizante (influencias de la estética del “nocturno”, del miedo, de lo sublime) — lo cual indica que no se trata de un reportaje “objetivo” al estilo moderno. retifdelabretonne.net+1
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Respecto a los revolucionarios, aunque Rétif proporciona impresiones y relatos de salón/rueda de la gente, no siempre se puede verificar cada detalle como hecho histórico concreto. Es decir, aunque los rasgos generales pueden coincidir con la atmósfera de la época, las escenas particulares pueden estar dramatizadas o construidas para efecto literario.
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El hecho de que su obra declare “yo he sido testigo” no elimina que él haya ordenado, agrupado, adaptado o recreado escenas. Por tanto, hay que considerar que su crónica revoluciona literaria-periodística coexiste con invención.
En resumen
Podríamos decir que Las noches revolucionarias ofrece un testimonio híbrido: en buena parte documental (vida nocturna de París, marginalidad, ambiente pre-revolucionario) y en parte literario/ficcional (estructura narrativa, “voz” del hibou, mezcla de géneros, dramatización). En ese sentido, se adelanta a lo que más tarde llamaríamos periodismo de crónica o reportaje, aunque sin los estándares modernos de verificación, objetividad, etc.
Entrevista ficticia con Rétif de la Bretonne
Entrevistador (siglo XXI): Buen día, señor Rétif. Muchas gracias por concedernos esta entrevista. Para comenzar, ¿podría usted resumir en pocas palabras cuál fue su aporte al periodismo —o al periodismo incipiente— del siglo XVIII?
Rétif (respuesta imaginada): Buen día, gracias por recibirme. Si he de decirlo, creo que mi contribución fue la de llevar la pluma al suelo de la ciudad, entre las sombras de la noche, entre las prostitutas, los mendigos, los faroleros, los espías y los paseantes, y contar lo que veía, lo que oía, lo que se ocultaba al ojo diurno. En mis Nuits de Paris quise ser testigo, cronista nocturno, “espectador” como me llamaba, y dar voz a los que no suelen tenerla. En ese sentido, anticipé lo que hoy la gente llama “crónica urbana”, “periodismo de investigación” o “reportaje social”.
Pero, claro, debo reconocer que no trabajaba con encuestas formales ni verificaciones rigurosas; yo caminaba, observaba, escribía de inmediato, agrupaba, ordenaba, dramatizaba. Así que mi oficio fue híbrido: literario y documental.
Entrevistador: Usted menciona que caminaba de noche por París, observando los bajos fondos. ¿Podría contarnos cómo surgió ese hábito? ¿Y qué relación tenía con los faroleros, los mendigos y las prostitutas?
Rétif: Sí; el hábito de recorrer París de noche nació de una curiosidad insaciable y de una incomodidad con lo que se limita a lo visible bajo la luz del día. Estaba fascinado por lo oculto, por lo que se mueve cuando “la ciudad duerme”. Los faroleros, por ejemplo, eran quienes iluminaban las calles, quienes sabían cuándo se apagaban las luces, cuándo los borrachos vaciaban los tragos, cuándo los mendigos se reunían en un rincón. Ellos eran parte del paisaje, parte del “informador” silencioso de la noche. Las prostitutas, los mendigos, los personajes de la marginalidad: ellos me permitían ver al otro lado del espejo de la ciudad elegante. No los vi como meros “objetos”, sino como actores de una trama urbana que la Ilustración y el gran teatro no solían retratar.
Así, los incorporé a mis crónicas: los sonidos, los murmullos, los ruegos, los crímenes ocultos, las escapadas furtivas, los juegos de faroles, los cuerpos que duermen en la calle. Y escribí sobre ellos no solo para escandalizar, sino para que el lector “normal” viera la verdad oculta.
Entrevistador: Respecto a la Revolución, usted propone una crónica —Las noches revolucionarias—. ¿Cómo valora hoy ese testimonio, y qué cree que es “real” de lo que cuenta y qué es “ficción literaria”?
Rétif: Buena pregunta. Creo que lo más real es el ambiente: la tensión, el ruido de la calle, los tumultos, los cambios de poder, las muchedumbres que se arman de antorchas, los cuerpos en la guillotina o en la cárcel, los gritos de la multitud. Yo lo viví, lo sentí.
Pero lo que es “ficción literaria” es la forma, la estructura, el narrador-búho, las conexiones que establezco entre escenas, el ritmo, la moraleja. No me dedicaba a levantar actas judiciales ni a hacer una investigación académica; mi obra es un collage nocturno: hechos vistos, recuerdos, anécdotas, reflexiones, fantasías.
Por tanto, si hoy un historiador consulta mis páginas, encontrará datos útiles, testimonios valiosos, pero debe leer con ojo crítico: no todo lo que cuento es comprobable; he usado la licencia del escritor.
Entrevistador: ¿Diría usted que su obra fue un antecedente del periodismo moderno?
Rétif: Sí, en el sentido de que llevé la mirada al terreno, recogí voces de la calle, me puse como cronista urbano, colectivo, nocturno. Pero no lo llamaría “periodismo” al modo actual: no había redacción estructurada, no había verificación de fuentes en el sentido de hoy, no había deadlines tal como los entendemos. Mi “periodismo” era literario, moral, reformador. Quería que la sociedad cambiara: que los vicios fuesen vistos, las prostitutas no solo condenadas sino reguladas, que el trabajador, el campesino, tuviera su palabra. En eso quizá escalo desde la literatura hacia lo periodístico.
Así que si usted me pregunta qué aporté: aporté la voz de los que raro tenían voz, la noche como escenario, el ojo que observa sin temor, el relato social antes de que ello se llamase “periodismo social”.
Entrevistador: Finalmente, ¿qué espera que los lectores del siglo XXI aprendan de usted?
Rétif: Que la escritura no es solo para los poderosos, que la mirada importa, que la voz del pueblo, de la ciudad que se mueve en la sombra, cuenta. Que el cambio —la revolución— se siente primero en los rincones, en los pasillos, en las noches de una ciudad. Y que observar, escuchar, escribir, puede ser una forma de participación. Si leen mis obras, espero que vean también los reflejos de nuestra época, porque la ciudad, la marginalidad, la luz y la sombra, siguen vigentes.
Por qué su obra tiene hoy interés
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Porque Rétif ofrece una “antropología literaria” de la vida rural y urbana del siglo XVIII: su infancia campesina, su mundo de imprenta, su París nocturno, lo hacen un autor que rompe con la tradición elitista. cheminsfaisant.org
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Porque se aproxima al “otro lado” de la ciudad: marginalidad, prostitutas, mendigos, lo que la historia oficial muchas veces ignora.
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Porque su obra es inmensa, variada, audaz y combina literatura, reforma social, utopía, crónica, moral.
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Porque su crónica de la Revolución, aunque literaria, aporta un testimonio temprano del cambio social y político desde la perspectiva de la calle, la noche y el pueblo.
Si quieres, puedo investigar a fondo las relaciones precisas con faroleros, mendigos y prostitutas (ejemplos concretos en su obra), o bien preparar un ensayo sobre su “periodis
Rétif de la Bretonne y los faroleros: los guardianes de la noche
El París de las luces… y de las sombras
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, París se iluminaba con faroles de aceite encendidos al atardecer por los llamados allumeurs de réverbères —faroleros—, figuras esenciales en la vida nocturna. Rétif, que caminaba incansablemente por la ciudad, los conocía bien: ellos eran los primeros testigos del tránsito entre el día y la noche, los confidentes involuntarios de los secretos urbanos.
En Les Nuits de Paris (1788-1794), Rétif dedica varias páginas a los faroleros como símbolo del orden frágil que intenta contener el caos nocturno. La luz del farol es el contrapunto de la oscuridad donde se mueven los mendigos y las prostitutas. El farolero es, por tanto, un mediador entre la moral pública y la vida oculta.
“Le pauvre allumeur, monté sur son escabeau, allume la lueur chancelante d’une ville qui s’endort et d’un vice qui s’éveille…”
(Las noches de París, Noche IV)
Esa frase concentra el tono moral y poético de Rétif: la ciudad duerme, pero el vicio despierta.
Los faroleros, por su oficio, conocen la frontera entre ambos mundos. En cierto modo, Rétif se siente su semejante: él también “enciende luces” en la oscuridad, pero con su pluma.
De ahí que el cronista se presente como un spectateur nocturne —un observador que se mezcla con los faroleros y con los que rondan bajo su luz.
💃 Rétif y las prostitutas: entre compasión, fascinación y reforma
Prostitutas como espejo de la sociedad
Rétif fue uno de los pocos autores de su tiempo que trató a las prostitutas como personajes humanos y sociales, no solo como figuras morales. Desde Le Pornographe (1769) ya había defendido una propuesta radical: crear “casas públicas controladas por el Estado” para proteger a las mujeres y evitar el contagio de enfermedades y la explotación clandestina.
En su lógica moralizante, no justificaba la prostitución, pero la consideraba una realidad social inevitable que debía regularse con humanidad.
En Les Nuits de Paris, sus encuentros con mujeres “de la calle” combinan observación, ternura, deseo y juicio. Por ejemplo:
“Elle avait dix-huit ans, le visage d’un ange et les mains rougies par le froid. Son rire sonnait faux : c’était la faim qui parlait.”
(Nuit XI)
Aquí, Rétif transforma la figura de la prostituta en símbolo de la miseria urbana. Ya no es simple tentación, sino resultado del hambre y la desigualdad.
Sin embargo, el tono de su mirada varía: a veces la describe con compasión, otras con tono paternalista o moralizante. Su empatía proviene de su origen campesino —se siente más próximo a los pobres que a los burgueses—, pero su obsesión por la pureza femenina le hace vacilar entre el deseo y el arrepentimiento.
Por eso, muchos críticos lo consideran un precursor del naturalismo (por su mirada observadora y detallista) y del periodismo social, porque retrata lo que la prensa oficial no quería ver: la prostitución, la pobreza, la violencia nocturna.
❤️ La historia trágica de Dorival y Joséphine
Un episodio dentro de Las noches revolucionarias
Entre los relatos más emotivos de los tomos revolucionarios se encuentra el de Dorival y Joséphine, una historia que mezcla amor, revolución y tragedia, y que condensa los dilemas morales de Rétif.
Dorival es un joven sans-culotte, idealista y comprometido con los principios de libertad e igualdad, pero arrastrado por la violencia de la época.
Joséphine es una criada —de esas jóvenes humildes que Rétif retrata con ternura—, inocente y fiel. Su amor surge en medio del tumulto, cuando los valores se desmoronan y la calle se llena de sospecha.
Rétif describe su encuentro con el estilo visual de un grabado romántico:
“Sous un réverbère tremblant, il lui prit la main ; leurs ombres se joignirent sur le pavé mouillé. Dans ce Paris sans sommeil, ils se promirent la vie…”
(Nuits révolutionnaires, épisode de Dorival et Joséphine)
Pero pronto la Revolución separa a los amantes. Dorival, acusado de tibieza, es arrestado; Joséphine, sola, busca ayuda entre los mismos faroleros y prostitutas que pueblan las crónicas. La noche de su ejecución, Rétif hace que los faroles parpadeen —símbolo de una luz que se extingue junto al amor y la inocencia.
El narrador-búho observa:
“Les réverbères s’éteignaient un à un.
Joséphine pleurait dans l’ombre.
Et Paris, cette nuit-là, ressemblait à un cimetière d’étoiles.”
Este episodio, aunque de probable invención literaria, refleja un tema central en Rétif: la Revolución como tragedia íntima. En Dorival y Joséphine, el amor puro sucumbe ante la violencia política, como tantas otras vidas reales que la Revolución devoró.
Además, la inclusión de los faroles —que titilan, se apagan, reaparecen— subraya la función simbólica de la luz en su obra: la moral y la ternura humanas resistiendo, por un momento, a la oscuridad social.
✍️ Síntesis interpretativa
Elemento | Significado en Rétif |
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Faroleros | Guardianes de la frontera entre orden y caos; paralelos al escritor-observador. |
Prostitutas | Víctimas visibles de la miseria y la hipocresía moral; espejo de la desigualdad. |
Dorival y Joséphine | Amor puro arrasado por la violencia revolucionaria; símbolo de la pérdida de humanidad. |
La noche | Espacio de verdad y revelación; escenario del “periodismo moral” de Rétif. |
🔦 Conclusión
En Rétif de la Bretonne, la noche parisina es un microcosmos de la sociedad moderna: los faroles representan la razón ilustrada, las prostitutas el cuerpo social olvidado, y las historias como la de Dorival y Joséphine la lucha entre el ideal y la realidad.
Su mirada compasiva y detallista anticipa el periodismo de observación urbana: caminar, mirar, escuchar, escribir.
Rétif no inventó la prensa moderna, pero sí el gesto del cronista que camina entre luces y sombras para contar lo que la historia oficial silencia.
¿Quieres que te prepare una versión narrativa de este análisis —como si fuera un pasaje de novela o guion cinematográfico (Rétif caminando, los faroles, Joséphine llorando, Dorival hacia la guillotina…)— o prefieres mantener el tono ensayístico académico para tus notas?
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Aquí tienes una versión narrativa y literaria del análisis —una recreación inspirada en Les Nuits révolutionnaires, escrita al estilo de Rétif de la Bretonne, con tono intimista, urbano y trágico.
Noche de faroles apagados
(Inspirada en “Les Nuits révolutionnaires”)
París, invierno de 1793.
El aire olía a cera y a hierro húmedo. Las calles del Faubourg Saint-Antoine estaban desiertas, salvo por los faroleros que, uno tras otro, trepaban a sus escaleras para encender las lámparas de aceite. Las llamas temblaban como si dudaran en alumbrar tanta sombra.
Rétif caminaba despacio, envuelto en su capa, los mitones puestos, el bastón golpeando suavemente los adoquines. Observaba con esa mezcla de curiosidad y tristeza que solo él sabía sostener. La Revolución había cambiado hasta el modo en que ardían los faroles: antes, la luz era amarilla y tibia; ahora parecía azul, vacilante, casi culpable.
A su lado, Joséphine, una muchacha de rostro aniñado, la criada que amaba a un sans-culotte llamado Dorival, lloraba en silencio. Tenía las manos heladas, los ojos rojos, la voz rota. Él —el escritor de las noches— trató de consolarla con palabras que apenas creía.
—Joséphine... —murmuró—, hay noches que duran una vida entera, pero también amanece. Créeme, amanece.
Ella no respondió. A lo lejos se oían ruedas sobre piedra: las carretas de los condenados. Los faroleros, interrumpiendo su labor, se quitaron el gorro y bajaron la mirada. Nadie hablaba. Solo el chirrido de los ejes rompía el aire como una plegaria torcida.
Rétif tomó la mano de la joven. Temblaba como si tuviera dentro todos los inviernos del mundo. Las luces temblaban también, alineadas a lo largo del boulevard como velas de un entierro.
La carreta avanzaba lenta, escoltada por soldados. Dorival iba erguido, con el gorro frigio bien puesto, la mirada fija en el cielo que ya clareaba. Al verla, sonrió, apenas un destello de ternura entre la multitud.
—No llores, Joséphine —le gritó—. La libertad nos sobrevivirá.
Ella quiso correr, pero los guardias la contuvieron. Entonces Rétif la sostuvo entre sus brazos. No dijo nada: comprendió que aquella era una escena que ningún cronista debería escribir, y aun así sabía que lo haría, para que el mundo recordara que también en la Revolución hubo lágrimas que no eran políticas.
Cuando la carreta dobló la esquina, el silencio se hizo espeso. Incluso los sans-culottes más feroces callaban. La multitud parecía avergonzada de su propio júbilo.
El farolero más viejo apagó su lámpara y murmuró:
—Ya basta de luz por hoy.
Rétif miró al cielo. Una bruma roja se alzaba sobre la ciudad, mezcla de alba y sangre. Joséphine cayó de rodillas.
El escritor, con la voz baja, anotó en su cuaderno:
“He visto morir a un hombre por creer, y a una mujer por amar.
París está lleno de luces que no alumbran.
Esta noche, los faroles lloran.”
Luego la ayudó a ponerse en pie y juntos se perdieron entre las calles desiertas, como dos sombras buscando todavía una chispa de humanidad en la noche más larga de la Revolución.
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