viernes, 21 de noviembre de 2025

Fofisanos, ubersexuales, metrosexuales y otras tendencias masculinas.

 Los términos fofisano, ubersexual y metrosexual describen distintos modelos culturales de masculinidad que han ido apareciendo en las últimas décadas, cada uno asociado a una relación particular con el cuerpo, el cuidado personal y la imagen pública. Aunque suelen emplearse de forma ligera o incluso humorística, reflejan cambios reales en cómo se entiende la apariencia masculina.

Los metrosexuales surgieron primero, hacia finales de los años noventa y principios de los 2000. El prototipo era un hombre urbano, preocupado por la moda, el cuidado de la piel, los perfumes, la depilación y el consumo de productos estéticos. David Beckham se convirtió en su icono más citado. El metrosexual rompía con la idea tradicional de que el interés por la imagen era algo “no masculino”, y abrió la puerta a un mercado enorme de cosmética y estilo basado en hombres que buscaban verse pulcros, modernos y llamativos.

Los ubersexuales aparecieron como reacción parcial al metrosexual, aunque no en sentido conservador. El ubersexual también cuida su imagen, pero lo hace desde una masculinidad más sobria y madura. No busca tanto la estetización minuciosa del cuerpo, sino proyectar seguridad, confianza y carisma. George Clooney suele ser puesto como ejemplo: elegante sin excesos, atractivo sin mostrar obsesión por las rutinas estéticas, varonil pero emocionalmente accesible. El énfasis está en el magnetismo personal más que en el consumo.

Los fofisanos, en cambio, representan una tendencia más reciente y más relajada respecto al cuerpo. El término combina fofo y sano: hombres con algo de barriga o sin un físico atlético perfecto, pero con hábitos saludables y sin complejos. Aquí lo importante es la naturalidad, la comodidad con uno mismo y una actitud positiva ante un cuerpo realista. Surgieron como contrapunto a la presión estética del gimnasio permanente y como reivindicación de que no hace falta tener un abdomen marcado para ser atractivo.

Estas categorías no son rígidas ni universalmente aceptadas, pero ayudan a entender cómo cambian los ideales masculinos. En la actualidad empiezan a observarse otras tendencias:

— Una mayor apertura hacia la estética genderless, donde el uso de maquillaje, accesorios o prendas tradicionalmente “femeninas” deja de ser tabú y se convierte en una forma de expresión personal.

— El auge del cuidado integral, que combina ejercicio, salud mental, nutrición y bienestar emocional más que una búsqueda estética específica. Aquí lo esencial es sentirse bien más que adecuarse a un modelo corporal.

— La figura del soft male o masculinidad suave, que enfatiza sensibilidad, vulnerabilidad y un estilo más delicado o introspectivo, sin que ello implique renunciar a la masculinidad.

— Y, en paralelo, un movimiento contrario: la masculinidad fitness rigurosa, basada en disciplina corporal, cuerpos muy definidos y rutinas estrictas, amplificada por redes sociales y la cultura del “cuerpo optimizado”.

En conjunto, pueden convivir modelos muy distintos, lo que indica que la identidad masculina se ha vuelto más flexible. Lo que antes era motivo de burla o sospecha —cuidarse, maquillarse o mostrarse emocionalmente abierto— ahora se integra en un abanico de posibilidades donde cada hombre puede elegir cómo quiere presentarse sin necesidad de encajar en un único molde.

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