Los agricultores de Atapuerca comían perros domésticos, gatos salvajes, zorros y tejones como parte habitual de su dieta. No se sabe si se trataban de un manjar para las ocasiones especiales o de la comida habitual de un día cualquiera. Esto sucedió entre 7200 y 3100 años atrás. Lo sabemos porque los arqueólogos han encontrado marcas de corte y de dientes humanos en los restos de estos anumales, según Patricia Martín, investigadora del Instituto Catalán de Paleoecología humana e Evolución Social (Iphes)
El Mirador fue utilizado para guardar los rebaños compuesto por ganado ovino, caprino y bovino, base de la dieta. Pero también están estos restos de depredadores, poco frecuentes en el resto de Europa continental, pero abundantes en este sitio arqueológico, que nos hablan bien de temporadas de malas cosechas y hambrunas, y de exquisiteces solo al alcance del jefe del clan.
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