En el episodio de ayer la Patrulla del Tiempo salvaba a un judío de las garras de Torquemada. Ahora entendemos por qué a Ernesto, el responsable de la logistica del MINISTERIO le fuera bastante difícil acercarse a Hitler en el encuentro de Hendaya sin tratar de envenenarlo. !Es judío y además sufre porque de sus lomos salió una abominación para la raza humana como el Inquisidor Mayor Torquemada!
Pero vayamos por partes, ¿qué hay de cierto en la imagen que se tiene fuera de España de la Inquisición?¿Disfrutaban esos buenos padres con las torturas?
1) La tortura no era imprescindible. Los sacerdotes no querían llegar a eso. En un estudio de los procesos habidos entre 1480 y 1516, solo se usó la tortura en el 10 por ciento de los casos. Los madios habitales eran el potro, la garrucha, las botas españolas - porque después de 1517 fueron adoptadas por los países protestantes-, las espulgueras y el agua.
2) Los inquisidores no creen en lo que el reo ha confesado durante la tortura. Se trata más de la presión psicológica y el miedo a lo que pudiera suceder que de un instrumento eficaz de interrogatorio.
3) La tortura y los castigos corporales eran comunes en toda Europa. El hecho de que los inquisidores fueran clérigos habla en su favor. No se trata de hacer confesar a nadie sino de tratar de dilucidar la verdad y reconciliar al reo con la Iglesia... !aunque después vaya a morir en la hoguera!
4) La Inquisicion jamás condenó a nadie. Sólo entregaba a los presos al brazo secular, la justicia ordinaria, que aplicaba las penas. Se confiscaban sus bienes, que pasaban a ser de la Corona. Esto interesaba a los Reyes Católicos porque era un medio de hacerse con fondos en una época en que la política exterior es costosísima, los banqueros Fugger exigen intereses del 40 por ciento, y la corte se traslada de un lugar a otro, con los gastos consecuentes
6) Arbués fue el Inquisidor Mayor de Zaragoza. Fue asesinado por unos conversos en 1485 mientras rezaba en la catedral a causa del clima de terror que creó en esta pequeña ciudad del reino de Aragón. Pasaba poco - y los asesinos de Arbués lo pagaron con sus vidas- pero la gente reaccionaba mal a veces ante el poder del tribunal eclesiástico.
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